jueves, 28 de marzo de 2013

The Rolling Stones - "Let It Bleed"


  De confirmación de intenciones definitiva y bisagra, quién sabe si pretendida, entre dos etapas. Así podría resumirse, muy a grosso modo, la contribución de "Let It Bleed" a la ya por entonces exuberante producción de la banda.  No cabe duda de que su fórmula bebe en buena medida de la expuesta en "Beggars Banquet": Equilibrio bien medido entre dentelladas eléctricas y cortes acústicos; sentimiento raunchy y aparentemente deslavazado empapando cada uno de sus surcos y un grupo sumergiéndose sin embozos en lo más hondo de su background sin dejarse atrapar por revivalismos, manteniendo su pulso innovador.

 Aunque no sólo es en lo estrictamente musical donde éste adeuda con su inmediato antecesor. Si la presencia de Brian Jones, apuntábamos, no pasaba de ser testimonial en "Beggars Banquet", aquí directamente deriva al plano de lo fantasmagórico, reduciéndose su aportación a dos temas. Ésta circunstancia dejará la puerta entreabierta, de ahí el componente transicional del elepé, a un joven Mick Taylor que venía batiéndose el cobre con los Bluesbreakers de John Mayall y que inauguraba así, mediante un par de colaboraciones, lo que acabaría siendo una militancia a tiempo completo en la banda, así como la comparecencia en algunos de sus mejores y más aclamados redondos, sino los que más. Pero tiempo al tiempo.

 "Gimme Shelter" recoge el testigo de "Sympathy For The Devil": Una enigmática apertura, tan ominosa cómo sugerente, tan llena de paranoia como de encanto. Dónde el uno flirteaba con el voodoo y el groove latino, el otro tiene sus escarceos con el soul, con esos coros que acompañan la petición inexorable de un refugio de la tormenta, de todas las tormentas de éste mundo, reales o figuradas. Se percibe una nueva madurez en la voz de Jagger. Keith se hace cargo de todas las guitarras con maestría, lo que casi será una constante a lo largo del redondo. Vaya una apertura.

 "Love In Vain" vampiriza el original de Robert Johnson, llevándolo a parajes cercanos al country, siendo para muchos la piedra de toque que marca el comienzo de la influencia de Gram Parsons sobre el entorno del grupo, especialmente Richards, y que tan decisivá será en obras posteriores. La mandolina de Ry Cooder y la emoción a flor de piel ponen el broche a uno de los highlights innegociables del álbum. Vuelve a sentirse el latir del género, como explicita el título, en "Country Honk", que no es otra cosa que una versión raunchy y vacilona de su por aquel entonces reciente single "Honky Tonk Women", trocando eléctricas por acústicas y dando paso al slide (cortesía de Taylor) y el violín que llevaban al tema de vuelta a la concepción inicial que Jagger y Richards tenían de el, esto es: Un corte que no hubiese desentonado entre el cancionero de Jimmie Rodgers.

 Una sucinta línea de bajo da paso a "Live With Me" un rock and roll deconstruido y vuelto a construir a la usanza stone, que destaca por un par de cuestiones estrictamente nominales: Todo apunta a que data de la primera sesión de Mick Taylor con la banda, siendo por lo tanto su debut de facto con ella, pese a que el orden de las canciones indique lo contrario; la otra, no menos importante, es que estamos ante la primera irrupción del saxo de Bobby Keys en el sonido del grupo, un ingrediente que terminará por ser indispensable en el mismo.

 Vuelve el country a carta cabal, con versos de una tipificación que rozan lo paródico ("I was dreaming of a steel guitar engagement") en "Let It Bleed"; Retorna la savia blues de la que tanto se han nutrido en "Midnight Rambler" , su incursión en el sonido de Chicago.

 Si bien estamos ante un disco en el que la figura de Keith Richards goza de un peso específico especialmente acentuado (más incluso que en anteriores ocasiones, debido a la práctica ausencia de otros guitarristas a lo largo de la gestación del mismo) "You Got The Silver" es, sin lugar a dudas, su gran momento en "Let It Bleed": Lo que a priori puede antojarse cómo un prototípico blues de manual, desde su misma letra, queda absolutamente impregnado de su inconfundible charm, que propulsa al tema hasta convertirlo en uno de los números acústicos más inspirados del album. Y no le falta competencia en ese terreno, precisamente.

 "Monkey Man" es uno de los momentos más, permítanme el término, raros del disco. Con su intro que casi preludia los loops y samplers que harán furor décadas después (Parece mentira que esté incluida en un disco de los 60's) y una críptica letra que parece aludir a una mala experiencia barbitúrica, estamos ante un primo lejano de "Gimme Shelter", otro corte extraño, atmosférico, irresistible.

  Los prístinos coros del London Bach Choir abren el que será el último disparo del trabajo, "You Can't Always Get What You Want". Tras la pretenciosa y sorprendente apertura (idea de un avezado discípulo del wall of sound, Jack Nitzsche) un corte de regusto folk  con un épico crescendo que los situaba a una distancia estratosférica del resto de la galaxia rock del momento.

 La escucha de "Let It Bleed", así como una ojeada a sus créditos, daban algunas pistas de por dónde iban a ir los tiros en entregas venideras de la banda. Respecto a lo primero, una aleación de rock and roll, country, blues, gospel y soul en su más honda y amplia acepción. En cuánto a lo segundo, bastaba un vistazo para constatar que The Rolling Stones habían dejado de ser un conjunto de cinco piezas para añadir innumerables figuras a su tablero (Ry Cooder, Al Kooper, Bobby Keys, Leon Russell, Jack Nitszche...) de las que nutrirse y, porqué no decirlo, aprovecharse. Un modus operandi en el que confiarán sin reservas y que llevarán a su culminación en sus dos siguientes elepés.

sábado, 23 de marzo de 2013

The Rolling Stones - "Beggars Banquet"


 Es "Beggars Banquet" un punto de inflexión definitivo en el imaginario stone, por varias razones. Tras un año de flirteos indisimulados con la psicodelia más barroca y marcado por sus primeros escarceos serios con la autoridad competente tocaba pisar suelo: Adiós a los gurus, las flores en el pelo y los paseos infinitos "In Another Land"; Hola -de nuevo- a sus raíces blues en su versión más austera, siendo la inmediatez y la crudeza dos de los invitados prominentes a éste vivificante banquete de letrina.

 Por otro lado, el elepé asienta las bases de lo que será el libro de estilo a seguir por la banda durante al menos un lustro, a saber: Es el primero que cuenta con Jimmy Miller a los controles, hombre y nombre fundamental en el sonido de la banda en todos y cada uno de sus discos hasta "Goats Head Soup"; la presencia de Brian Jones durante su gestación fue poco menos que testimonial, lo que se tradujo en un déficit de sus acostumbrados arreglos excesivos con gusto por el exotismo; Asimismo, Keith Richards comenzó a experimentar con el uso de afinaciones abiertas (open-E y open-D). De la suma de éstos y otros factores resultará una curiosa circuntancia: Pese a encontrarnos en los estertores del '68, los stones acaban de inaugurar su periplo 70's por todo lo alto.

 "Sympathy For The Devil", pese a lo expuesto más arriba, aún guarda conexiones con su etapa inmediatamente anterior, aún a título conceptual (ese gusto por la provocación de tintes ocultistas, con su dosis de ambigüedad) En lo musical, otra historia. Resulta increíble que lo que en principio iba a ser una canción que pretendía emular los esquemas compositivos de Bob Dylan acabase convirtiéndose en lo que fue: Más de seis minutos de vudú y rock and roll, desde su contenido comienzo al desquiciado final, preñado de destellos eléctricos, pulso tribal y adictivos coros.

  La calma vuelve en "No Expectations", prototípica historia, como tantas otras del blues, de trenes y despedidas, amén de ser la primera incursión acústica del redondo. No será la última. Tras los excesos arties de antaño, el grupo parece decidido a renovar votos con su background  country, blues y folk, teniendo estos sonidos un peso específico a lo largo del disco, así como en las sucesivas "Dear Doctor", "Parachute Woman" o "Jig-Saw Puzzle".

 "Street Fighting Man" es harina de otro costal. Deudora en lo lírico del convulso contexto del momento, en lo musical entronca con pasadas exhibiciones de poder, siendo un corte que no habría desentonado entre los surcos de "Aftermath" o, incluso, "Out Of Our Heads", con su riff a base de acústicas saturadas, percusión a bocajarro y un sutil sitar de fondo.

 "Prodigal Son", blues de manual, da paso a otro de los highlights contenidos en "Beggars Banquet", "Stray Cat Blues", corte vacilón y afilado cual cuchilla de afeitar, jalonado de versos que no destacan por su sutileza ("i bet your mama don't know you can bite like that/ i bet she never saw you scratch my back) y cuya estructura, en palabras de Mick Jagger, bebe de la en ese entonces flamante Velvet Underground, más concretamente de su gloriosa "Heroin".

 Si de "Street Fighting Man" decíamos que retrotraía a la faceta más garagera del grupo, "Factory Girl", por su parte, hubiese encajado sin problemas en un "Between The Buttons", con su fresco corazón folk, a medio camino entre la tradición hindú y la irlandesa, fusionando tablas y mandolinas en un todo de lo más cautivador.

 Poniendo punto y final al album, "Salt Of The Earth", brindis por la condición humana en clave acústica con coda gospel, y uno de los momentos álgidos del trabajo, imposible resistirse a la manera en que Keith, todo charm, canta la primera estrofa; inconcebible sustraerse a cómo entra Jagger en la segunda cantando eso de "Say a prayer for the common foot soldier/Spare a thought for his back breaking work". Un broche inmejorable para una obra con hechuras de piedra filosofal.

 "Beggars Banquet", ya lo decíamos, marcó a fuego con sus principios la galaxia stone. Su gusto por las raíces, su apuesta por lo directo y su aversión por la vacua pretenciosidad pueden rastrearse en casi cualquiera de sus obras posteriores. No, jamás volverían a caer en aquello que lastró "Their Satanic Majesties Request"Cometerían otros errores, por supuesto, pero nunca más a costa de su inmediatez.
Asimismo, quedaba establecido un nuevo canon sónico, cuyos frutos -entre los que hemos de incluir este long play- son saludados,casi por unanimidad, como lo más granado de su producción. Casi nada.

miércoles, 13 de marzo de 2013

The Rolling Stones - "Their Satanic Majesties Request"


  Es "Their Satanic Majesties Request" el elepé de la primera hornada stone que más controversias continúa generando, y es que su condición aún no ha sido del todo delimitada: ¿Arriesgada obra de basamento vanguardista o pastiche coyuntural facturado al abrigo del todopoderoso "Sgt. Peppers"? ¿Explosión creativa definitiva por parte de éstos nuevos aristócratas del rock and roll o carta blanca a su autocomplacencia generosamente alimentada por los barbitúricos? Siendo justos, entre sus surcos hay un poco de todo eso.

 Respondiendo al primer interrogante, el álbum, en efecto, muestra al grupo en unas tesituras rayanas a la psicodelia absolutamente inéditas hasta la fecha, facturando mantras de basamento eléctrico y llevando algunos pasos más allá el concepto de creación, rico en instrumentaciones exóticas y gimmicks de estudio, exhibido en"Aftermath" y "Between The Buttons"; por otro lado, sería absolutamente imposible negar el ascendiente de la más reciente obra de los Fab Four sobre el disco, empezando por la misma portada, que explota el concepto flower power y fantasioso de aquella (Por si quedan dudas, el fotógrafo de ambas cubiertas es el mismo, Michael Cooper) y acabando por la aparente falta de restricciones que muestran sus canciones, abundantes en intros, outros, samplers pretendidamente outrés y, en definitiva, esa clase de recursos a los que el paso del tiempo no han tratado del todo bien.

   En cuanto a la segunda cuestión, cal y arena esto es: Pese a los buenos momentos que deparan la inicial "Sing This All Together" (Con la comparecencia de Lennon y McCartney cerrando el círculo conceptual del álbum) la garage/psych "Citadel"; el colorido número acústico  "2000 Man"; la exquisita opereta pop "She's A Rainbow" ; "The Lantern", pese a su renqueante comienzo; las buenas vibraciones en clave hindú que transmite "Gomper" o la pujanza del obscuro garage "2000 Light Years From Home", las alarmas se disparan al ver que Bill Wyman ha conseguido romper el férreo duunvirato Jagger/Richards y colar una de sus composiciones, a la que incluso pone voz. El resultado es "In Another Land", un número bastante flojo, al que sólo salva ese estribillo en el que se unen a la suya las voces de Jagger, Steve Marriott Ronnie Lane.  

"Sing This All Together (See What Happens)" (No confundir con el tema de apertura) justifica, por sí solo, todas las acusaciones de autocomplacencia que se han vertido sobre ésta obra: Ocho minutos largos de puro egocentrismo sonoro en forma de jam que aglutina todos los recursos de la época de los que pudieron echar mano. "On With The Show", con cierto dejo á la Kinks, tampoco pasa por ser lo mejor del redondo.

 Queda, tras la escucha de "Their Satanic Majesties Request" una indeterminada sensación de futilidad, una intuición más o menos exacta de que los stones no estaban jugando a su juego, incluso en los momentos más reseñables del álbum; la duda razonable de si no se trata de una gran broma a costa de la cultura flower power en ascensión. Hay algo que nos dice que pese a la aparente ambición que muestran los temas, el grupo estaba facturando una obra de perfil medio, un colorista cerrojazo a una microetapa marcada por un indisimulado flirteo con la mística de la oscuridad (Ocultismo, Kenneth Anger, un Brian Jones cautivado por la ouija, la ufología y el estudio del paganismo...) para acabar volviendo al rock and roll en su acepción más básica y austera. Y así fue.

jueves, 7 de marzo de 2013

The Rolling Stones - "Between The Buttons"

[Ya se escribió una entrada acerca de éste mismo disco en el blog, concretamente el 29 de Abril de 2011, siendo hasta el comienzo de éste Especial Rolling Stones, la única referencia de la banda reseñada en el mismo. El contenido difiere del de aquel otro artículo, debido a algunas ediciones y recortes que he llevado a cabo para que encaje en el estilo de este especial. También se recogen los comentarios que la entrada recibió en su día.]


 Tras facturar "Aftermath", elepé capital en el que terminaba por consolidarse la hegemonía del tándem Jagger/Richards a nivel compositivo y en el cúal añadían al rythm and blues de sus comienzos elementos hindúes e incluso psicodélicos, nada sería lo mismo. Nunca más. Plenamente confiados en el poder de su cancionero y espoleados por la ácida vanguardia que parecía empapar el universo rock and roll de un confín a otro (Año 1967, recuerden: "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band", el debut de la Velvet o el tour de force llevado a cabo por Love en "Da Capo" y "Forever Changes", entre otros hitos) el grupo facturó una obra cuyas líneas maestras podían encontrarse en el mentado "Aftermath", aunque lejos de caer en el continuismo, llevándolas un paso más allá.

 Tras la apertura con el single indiscutible, un "Let's Spend The Night Together", de regusto acústico e influencias poppies bien entendidas viene "Yesterday's Papers", una de esas piezas que, a mi juicio justifican la grandeza y el embrujo de éste disco, poseedora de ese aura de oscuridad y de enigma que, pese a que no suele asociársele, resulta más que evidente.Heredera, a su manera, de lo mostrado en piezas pretéritas como "Paint It Black" o "Under My Thumb". Los arreglos no hacen otra cosa que realzar esta faceta de la banda, elevándola a cotas rayanas al barroquismo en piezas como "She Smiled Sweetly" o "My Obsession".

 En otro orden sónico nos encontramos con gemas pop minuciosamente pulidas como "Ruby Tuesday", ramalazos psych y chulescos en "All Sold Out" o "Complicated", disparos rockandrolleros que casi preludian lo que oíriamos en "Exile On Main St.", caso de "Miss Amanda Jones",deliciosos devaneos con el Folk en la deliciosa "Who's Been Sleeping Here?", amén de un highlight definitivo e incontestable: "Connection". Primera vez que Keith y Mick comparten voces y clásico instantáneo. Los Glimmer Twins también se marcan un dúo en la simpática fanfarria de regusto circense, tan de los Beatles del momento, "Something Happened To Me Yesterday" con la que cierran el álbum.

 "Between The Buttons" no sólo confirmaba la transición llevada a cabo en "Aftermath" unos meses antes, sino que también daba fe de la creciente apertura de miras en el seno de la banda, capaz de conjugar su rock and roll nutrido por el catálogo de Chess con las influencias coyunturales del momento, llámalo pop, folk psicodelia, dando carta de naturaleza a una baza (esto es, la de saber integrar su sonido en la corriente sónica de cada época, haciéndola suya en no pocas ocasiones) que acabaría por ser fundamental para su permanencia y relevancia futuras.

viernes, 1 de marzo de 2013

The Rolling Stones - "Aftermath"


 No tengo muy claro si "Aftermath" podría definirse cómo la hipotética clausura de la primera etapa stoniana o cómo la piedra de toque que dió paso a otra completamente nueva. Los datos objetivos, incorruptibles, señalan que es su primer lote de canciones originales en su totalidad, asentando la hegemonía del tándem Jagger/Richards, duunvirato que desde ese momento raramente cederá competencias en el plano compositivo.

 Pero no es sólo la -por otro lado significativa- cuestión de la autoría de los temas la que define el paso adelante dado por el grupo. No. También habría que señalar la vocación abiertamente unitaria, de concepto, que exhibe el album, el protagonismo que adquieren los excéntricos arreglos de Brian Jones y, muy especialmente, la capacidad que muestra la banda de expresarse en un lenguaje nuevo; empleando códigos anclados en sus influencias pero, a su vez, en progresivo alejamiento de éstas, componiendo un fresco de pop, garage, rock and roll, blues, música hindú y atmósferas oníricas que, sencillamente, no sonaba a nada que se hubiese facturado con anterioridad.

 El elepé abre con un póker difícilmente superable: "Paint It Black", un corte dotado de un irresistible aura demoníaca (Sin permiso de "Sympathy For The Devil") seriamente acentuada por el uso del sitar y la poderosa batería; la prototípicamente chulesca "Stupid Girl" en contraposición a la delicada y evocadora atmósfera de "Lady Jane", prólogo de tantas cosas por hacerse; "Under My Thumb" es, quizás, la mejor canción del redondo y de seguro una de las cimas de la banda: Llevándonos a un paisaje cercano al expuesto en "Paint It Black", jalonado de enigmáticas marimbas, asistimos a una historia de tornas que se han vuelto, dónde el sometido pasa a someter. Pero no parece haber júbilo, sino más bien una soterrada melancolía en la voz de Mick y el minimalista solo de Keith, bordando un temprano ejemplo de contraposición entre música y letra. En "Doncha Bother Me" se vuelven a enfundar en su traje de finos valedores de la música negra, descolgándose con un pulido número de basamento bluesy. Cerrando la cara, "Think", de espléndidos matices jangle y con esa cualidad entre misteriosa y taciturna tan atrayente.

"Flight 505", de mimbres rockandrolleros y propulsada por el piano del stone en la sombra, Ian Stewart, da paso a "High And Dry", número en el que sacan a relucir las acústicas y coquetean con esas texturas raunchys que tantísimo peso acabarían por tener en obras cómo "Beggars Banquet". "It's Not Easy" juega la carta del rock trotón y saturado, mientras que en "I Am Waiting" vuelven a demostrar su condición de maestros a la hora de facturar cortes capaces de transportar a otra dimensión a aquel que los oiga. Los ¡Once minutos! de "Goin' Home" despiden "Aftermath" a ritmo de rythm and blues que deriva -o degenera, según las preferencias sónicas de cada cual- en caótica  jam de retazos psicodélicos. Es de justicia reconocer que la cara B no posee el nivel de su antecesora, pero teniendo en cuenta lo que en ésta se exponía hay que reconocer que era empresa harto complicada, por no decir imposible.

"Aftermath", cerrando el interrogante planteado en el primer párrafo, suponía culminación y comienzo a un tiempo, pistoletazo de salida a una era nueva y salvaje, en la que el mundo dejaría de ser en blanco y negro para siempre y a la que le pondrían banda sonora durante un buen puñado de años, empezando por esta colección de canciones dotadas del don de la atemporalidad, de esas que podrían haber sido grabadas casi medio siglo antes o hace un par de horas.