Siempre asociaré el verano de 2010, además de a una calor infernal y a pasar un "Summer In The City" á la Lovin' Spoonful en toda regla, a éste segundo largo de The Long Ryders. Tal fue la cantidad de escuchas que le dí en aquellos días.
La banda de Sid Griffin, cómo tantas otras que adoro, aterrizaron en la escena como un delicioso anacronismo: Con el Heavy Metal en pleno apogeo y soportando el envite de las hordas hair metaleras y sleazys, pues para más inri nuestros protagonistas eran de Los Angeles, ellos iban a lo suyo, reivindicando el legado de Byrds, Flying Burrito Bros. y demás luminarias sixties del Jangle Pop y el Country Rock, sin renunciar por ello a un poso Punk Rock old school (¿Sabías que los Sex Pistols fueron lo que inspiraron a Sid a irse a formar una banda a L.A?) que, dicho sea de paso, fue resultando cada vez menos evidente a medida que se alejaban de su primera referencia, "10-5-60".
Realmente sólo mediaba un año entre ese primer EP y "State Of Our Union" (con parada obligatoria en el también muy recomendable "Native Sons") pero la banda había avanzado un mundo compositivamente hablando, entregando la que es, a mi juicio, su mayor y mejor colección de canciones.
"Looking For Lewis and Clarke" abre el disco a toda máquina, a ritmo de Rock and Roll infeccioso y vacilón, como si Gram Parsons se hubiese enrolado en los New York Dolls. Le sigue el que quizá sea mi tema favorito de estos tipos, "Lights of Downtown": Diablos, cuánta clase, cuánto savoir faire y cuanta maestría juntas; Tras la correcta "WDIA" viene "Mason-Dixon Line" un tema puro Long Ryders, con repiqueteantes Rickenbackers por doquier, deudora del jangle pop de McGuinn & Cía, pero sin perder el mordiente rockero.
Mención especial merece "Here Comes That Train Again". Country Rock escuela Byrds/Parsons de muchos quilates, para una canción llena de nostalgia y evocación. La atmosférica "Years Long Ago" baja un poco el listón, pero "Good Times Tomorrow Hard Times Today" vuelve a poner las cosas en su sitio a base de Rock jaranero de actitud hillbilly, que evoca a los momentos más Cowpunk de su anterior largo (en los que Stephen McCarthy solía ponerse al micro) "Two Kinds of Love" es puro The Byrds era "Fifth Dimension" y "You Just Can't Ride The Boxcars Anymore" suena a fesco y atemporal Rock de espíritu blue collar. Con "Capturing The Flag" llegamos a otra de las cimas indiscutibles del álbum, para acto seguido echar el cierre con "State Of My Union" donde dan rienda suelta a su faceta más guitarrera y chulesca.
En definitiva, "State Of Our Union" es uno de los higlights indiscutibles de todo ese tinglado que se dió en llamar Nuevo Rock Americano, gran paraguas bajo el que se cobijaron formaciones tan dispares (y a un tiempo tan similares) como Jason And The Scorchers, Green on Red, o los primeros R.E.M. Y, claro está, estos cuatro hijos ilegítimos de Gene Clark.
jueves, 25 de noviembre de 2010
sábado, 20 de noviembre de 2010
Reigning Sound - "Time Bomb High School"
Hace algunos años, en una entrevista para Aloha Pop Rock, y ante la cuestión de recomendar algunos de sus discos favoritos, Steve McDonald (50% de Redd Kross junto a su hermano Jeff) citaba el segundo album de Reigning Sound junto a piezas de, entre otros, Alice Cooper, The Rolling Stones o David Bowie. Significativo viniendo de una esponja musical del calibre de Steve, coleccionista die hard e historiador no acreditado de buena parte de la cultura Pop Rock de las últimas décadas. Más allá de si fue una boutade, o un arrebato momentáneo, lo cierto es que nos encontramos ante el que para servidor es uno de los discos (si no el disco) más potente de la década anterior. Pero antes situémonos un poco.
Surgidos en la siempre excitante escena underground de Memphis de las cenizas de The Oblivians, y más concretamente de la mano del que fuera su líder, Greg Cartwright, Reigning Sound se presentaron en sociedad con "Break Up... Break Down" un disco notable, abundante en texturas reposadas, elegantes y diametralmente opuesto al Garage-Blues saturado que practicara bajo el nombre de Greg Oblivian, unas sonoridades que si recuperarían en "Too Much Guitar", redondo que daría continuación a este "Time Bomb High School"... Pero no nos desviemos!
Digamos que éste disco supone el término medio entre lo que habían facturado y lo que devendría: Suben revoluciones con respecto a su predecesor, pero mantienen el gusto por las melodías y el clasicismo Rock con el que habían aterrizado en la escena. El resultado fue un álbum que compendia buena parte de las sonoridades que conforman el Rock and Roll: Aquí hay Garage, Punk, Folk Rock, Power Pop y hasta algún que otro matiz Surf. Junto y revuelto. Ensamblado. Formando un todo.
El disco abre fuego con el que quizá sea su tema más conocido, "Stormy Weather", un oldie de los años 30's popularizado por Billie Holiday. No te esperes ninguna versión, Reigning Sound sólo conservan algo parecido al esqueleto del original, al que le inyectan todas sus coordenadas sonoras, conformando un pildorazo de Power Pop rockandrollerizado, arrebatado. "Straight Shooter" mantiene la tónica de minutajes breves y canciones a la yugular que predomina en todo el redondo. El primer remanso de paz lo encontramos en "You're Not As Pretty", una deliciosa pieza acústica muy en la línea de la anterior entrega de la banda. Ahondan en las raíces musicales de su escena versionando "Brown Paper Sack" de The Gentrys, combo proto-garagero surgido en el Memphis de los 60's.
Tras las más reposadas "Wait and See" y "I Walk By Your House" nos encontramos con una de las cimas indiscutibles del álbum: "Time Bomb High School", buena muestra del sentimiento aglutinador de la banda del que hablaba más arriba: En el escaso minuto y medio que dura la canción se dan cita el Bruce Springsteen más desatado de los 70's, el Garage (ese hammond!) y el Proto-Punk vía Detroit. Ahí es nada. "I Don't Believe You" abunda en la vertiente más folkie de la banda mientras que "She's Bored With You" lo hace en su faceta más inmediata. "Reptyle Style" es un corte bañado de classic rock escuela Stones y "I'm Holding Out" ¿Qué puedo decir de este tema? Las cotas de preciosismo y crudeza que, a un tiempo, se alcanzan, son estremecedoras.
Ya en la recta final del disco, tenemos la arrebatada "I Don't Know How to Tell You", "Dressy", un buen tema acústico, y la relectura del tema de Andrew Loog Oldham, "I'd Much Rather Be With The Boys", que, como viene siendo costumbre, se la llevan totalmente a su terreno. Echan el cierre con "You're So Strange" canción que ya avisa de por dónde irían los tiros en su siguiente entrega (Sin llegar a las cotas de distorsión y crudeza de "Too Much Guitar", eso sí)
Reigning Sound supieron aglomerar sus backgrounds, arriesgándose a crear una obra que, lejos de resultar un batiburrillo indigerible de influencias, suena fresca, clásica y atemporal.
sábado, 13 de noviembre de 2010
The Dictators - "Bloodbrothers"
Hay discos que llevan la palabra "Sábado" impresa entre sus surcos, y que, como mínimo, merecen desempolvarse y ponerlos a rodar cuando llega el fin de semana. Los discos de The Dictators, en cuyo cancionero encontramos títulos como "Every Day Is Saturday" o "Weekend" evidentemente pertenecen a esa categoría. Aunque, ¡Qué demonios! Nunca es mal momento para atronar al vecindario con una pieza del calibre de "Bloodbrothers".
Pese a que suelen encuadrarse dentro de la movida Punk Rock, lo cierto es que la apuesta de los 'Tators tenía más que ver con el Hard Rock clásico (no hay mucho de Punk en un guitarrista como Ross The Boss, ¿Verdad?) aliñado con un componente eminentemente rockandroller y algo de Proto-Punk vía MC5. Sinceramente, veo a "Bloodbrothers" más cerca de, por ejemplo, el "Born to Run" de Bruce Springsteen que de los debuts de Ramones y Sex Pistols: La actitud urbanita y bad ass, la chulería que irradian en todo momento y, por encima de todo, la temática de las canciones: Historias de chicos sin futuro, declaraciones de amor al grano, chicas del baile... Todo muy Made in NYC.
No cabe duda de que la banda tenía mucho que demostrar: Tras el fiasco que supuso el irregular "Manifest Destiny" (Según me reveló el bajista y líder Andy Shernoff en una entrevista, "Un intento valiente de hacer un disco de Pop radiable", yo suscribo eso, que se quedó en el intento) era el momento de efectuar una demostración de poder que pusiese las cartas boca arriba de una vez por todas y diese fe del potencial del grupo. Y vaya si lo consiguieron.
¿Las armas empleadas? La primera ,y más importante, fue el retorno de la banda a sus raíces, esto es, el Rock and Roll callejero con un pie en los grupos Teenagers de la década anterior y otro en el Hard Rock de la época que ya mostraban en su debut "Go Girl Crazy!". Completaban la fórmula otorgándole el protagonismo vocal a "Handsome" Dick Manitoba ( que en las entregas anteriores compartía labores con Shernoff, que aquí se encarga de los coros) y dándole más peso a las guitarras de Ross the Boss y Scott "Top Ten" Kempner, que hacían gala de una maestría y un saber hacer que los distanciaba de la eclosión Punk del momento.
Y el resultado de la aplicación de esas premisas no fue otro que "Bloodbrothers". Un disco perfecto de principio a fin, rebosante de una vitalidad y una frescura que hoy, más de tres décadas después,aún conserva intactas. La banda se alejó de la ampulosidad de "Manifest Destiny", decantándose por los minutajes breves y haciendo de la crudeza e inmediatez su bandera. Desde la incial "Faster and Louder" (de la que, por cierto, se dice que el "one,two,three" del principio es cosa del Boss) al cierre con una desquiciada versión del "Slow Death" que le toman prestado a los Flamin' Groovies, asistimos a una sucesión de riffs matadores, estribillos coreables y canciones inmortales. De las reminiscencias a The Who de "Baby Let's Twist" a salvas del calibre de "Stay With Me"; de himnos como "No Tomorrow" a la chulería lasciva y a duras penas contenida en "The Minnesota Strip"; de esa declaración de principios que es "I Stand Tall" a las vacilonas "Borneo Jimmy" y "What It Is?". Aquí no sobra nada.
The Dictators sellaron su gran obra maestra, que de paso les permitió asentar su status de banda de culto, cuyo conocimiento resulta imprescindible para saber a ciencia cierta qué se cocía en ese hervidero que fue la Nueva York de los 70's.
jueves, 11 de noviembre de 2010
Ramones - "Leave Home"
Hay discos que desde el primer momento sabes que son tus favoritos de tal o cual banda. En cambio, a otros llegamos tras un proceso de asimilación de la discografía del grupo en cuestión y transitar por sus diferentes etapas sónicas (que los de Queens, más allá de tópicos y frases hechas, tuvieron) para acabar decantándote por una pieza en concreto. En esta ocasión nos encontramos ante el segundo caso.
Y es que, de un tiempo a esta parte, cuando quiero volver a vérmelas con Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy (aunque yo soy más de Marky) la elección, en la mayoría de los casos, recae en este su segundo largo. ¿El por qué? Sinceramente lo desconozco, si de algo pudieron presumir los Ramones es de tener una discografía (salvo un par de tropezones en el ocaso de los 80's) perfectamente nivelada. Supongo que lo que me atrae de "Leave Home" es ese sentimiento de urgencia del que ya hacían gala en su debut aderezado con un componente de delicioso Pop bien entendido. Si, punkies cerriles de este mundo, habéis leído bien: Pop.
No se nos escapa que los Ramones son una banda infravalorada. Infravalorada con respecto a su propia proyección: Mucha camiseta con su logotipo, mucho Hey Ho, Let's Go (Pobre "Blitzkrieg Bop", que has perdido tu título por el camino) y muy poco conocimiento real acerca de lo que supuso su obra, incluso entre alguno de sus posibles "acólitos". Porque esos punks de cresta y tachuelas deberían saber que el background de la banda, y muy especialmente el de Joey estaba preñado de grupos de la British Invasion, One hit wonders de los 60's (Sirva la versión que hacían de "Palisades Park" de ejemplo) y conjuntos vocales como The Ronettes o las Shangri-Las.
Así, tras el puñetazo en la mesa que supuso el homónimo "Ramones", editado el año anterior, ahora tocaba dar paso (para desesperación de Johnny, que añoraría el sonido del primer disco hasta los restos) a la vertiente más Bubblegum de la banda, claramente representada por Joey Ramone (Quién, bajo mi modesta opinión, es el autor de las cimas del álbum).
El disco abre con un corte que resume a la perfección su espíritu, "Glad To See You Go": aquí sigue habiendo velocidad y power chords a mansalva, pero también un nuevo enfoque, si se me permite, más melódico, acompañado de un empleo de los coros que, aún remotamente,evoca a los grupos surfers de la década anterior . Siguen en esa línea "I Remember You", "Oh, Oh I Love Her So" (Dios, qué grande es este tema!),"Suzy is a Headbanger", "Swallow My Pride", "What's Your Game" o el "California Sun" de The Rivieras. También hay temas que bien podrían haber formado parte de "Ramones", caso de "Commando", "You're Gonna Kill That Girl", "Gimmie Gimmie Shock Treatment" o "Sheena is a Punk Rocker", estas dos últimas quizás sean las canciones más recordadas del álbum ya que con el tiempo fueron prácticamente la única concesión que la banda le hacía en sus set lists.
No cabe duda de que, de haberse editado hoy, "Leave Home" sería catalogado como un álbum de Power Pop. Crujiente, deslavazado y sin el componente extra de azúcar que tenían "End of the Century" o "Pleasant Dreams" (dos de sus mejores obras para el abajo firmante, por cierto) pero Power Pop al fin y al cabo.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Big Star - "#1 Record"
Pero fue lo que medió entre esas dos etapas, separadas por una década de distancia, lo que nos interesa recordar, y más concretamente, esta primera página en la historia de una banda, inexplicablemente, nacida para perder. Big Star.
No creo exagerar cuando digo que estamos ante uno de los grupos más infravalorados de toda esta historia: Ni el grado de excelencia de su obra, ni la cantidad de hits potenciales que poseían, ni lo novedoso de su propuesta les permitieron asomar la cabeza más allá de un ámbito casi local. Quizás fue ese último factor el que jugó en su contra, ya se sabe: Too Much, Too Soon.
Sinceramente, me resulta casi imposible elegir entre este "#1 Record" y su sucesor "Radio City", y es que el nivel expuesto es rematadamente alto: Muchas bandas de largo recorrido no pueden permitirse ni soñar con un repertorio como el que crearon los de Memphis en esos dos años. ¿Exagerado? En absoluto.
En el plano sonoro, (proto) Power Pop de muchísimos quilates, no exento en ocasiones de mordiente rockero, lo que los emparentaba, aún lejanamente, con las grandes bandas Hard de la época. Temas como la inicial "Feel", "In The Street" o "When My Baby's Beside Me" bien podrían encuadrarse en esa categoría. Pero es cuando sacan a relucir su cara más intimista, empapada de mística, cuando ya tocan el cielo: "The Ballad Of El Goodo" es la canción perfecta y "Thirteen" transmite toda la inocencia del amor adolescente. "My Life Is Right" es toda una exhibición de clase y poderío, dos adjetivos que no le eran nada ajenos a la banda y "Watch the Sunrise" sigue siendo la canción perfecta para ver amanecer. Mención aparte merece "Give Me Another Chance". Si al escuchar a Chilton arropado por su guitarra acústica y unos coros fantasmagóricos pidiendo otra oportunidad no se remueve nada en tu interior, háztelo mirar. Por favor.
No es del todo infrecuente leer artículos que definen a la banda como "Los Beatles de los 70's" o que su sonido era lo que Lennon y McCartney hubiesen puesto en práctica de no haber separado sus caminos. Desconfía de esos meros ejercicios de reduccionismo acompañados de hipótesis sin fundamento alguno. Big Star eran más, son mucho más.
lunes, 8 de noviembre de 2010
The Byrds - "Mr. Tambourine Man"
No es nada descabellado afirmar que esa entidad capitaneada por Gene Clark y Roger McGuinn fue la gran banda de Rock estadounidense de su época, los seminales y necesarios 60's. Asimismo, su trayectoria discurre en paralelo a los cambios que empezaban a producirse en el todavía desdibujado panorama de la música Rock: De la inocencia bañada en sentimiento contestatario y rebeldía juvenil de sus primeras obras, a la proto-psicodelia espacial con regusto ácido de la que hacían gala en "Fifth Dimension", para luego encontrarse por el camino con Gram Parsons y sembrar el génesis de lo que devendría en Country Rock, "Sweetheart Of The Rodeo".
Resulta significativo que lo que a priori resultaría un hándicap a la hora de tomar en consideración este disco, acabe jugando en favor de la banda. Me refiero al escaso volumen de composiciones propias, ya que, como bien salta a la vista echándole una ojeada al track list, la inmensa mayoría de las canciones que componen el debut de la banda son de Bob Dylan. Cómo bien apunta el de Duluth en ese amago de autobiografía que es "Crónicas", la cantidad de artistas que tuvieron a bien versionar su obra allá por la primera mitad de los 60's es verdaderamente mareante, gente de tan apolillado recuerdo como Peter, Paul & Mary, The Turtles o The Rascals lo hicieron. ¿Qué diferencial aportaron The Byrds para, pese a nutrirse casi en exclusiva de material ajeno, alcanzar el cielo con éste álbum?
Pues muy sencillo. Donde unos se conformaban con revisar, ellos revisionaban, nótese la sutil diferencia. No se conformaron con adaptar tal o cual melodía y hacer una versión, que, en el mejor de los casos, quedaría en sucedáneo de lo que destilaba el bardo de Minnesota. No. Ellos fueron al tuétano de su cancionero, reinventándolo desde sus raíces eminentemente folkies y dotándolo de una nueva identidad. Es de justicia señalar que en ese aspecto jugaban con ventaja, ya que, al igual que Dylan, las raíces musicales de los miembros de The Byrds entroncaban con la música tradicional americana. Fue la irrupción de la British Invasion, Beatles a la cabeza, lo que los decantó a formar una banda como esas que venían desde el otro lado del océano, sin renunciar por ello a su background Folk y Country.
El primer resultado de ese maridaje estilístico fue "Mr. Tambourine Man".Insuflan bríos eléctricos al repertorio folk del primer Dylan, mediante los ya célebres arreglos cortesía de la Rickenbacker de 12 cuerdas de McGuinn y unos deliciosos juegos vocales, consiguiendo llevar a un nuevo nivel temas como "All I Really Wanna Do", "Chimes For Freedom", "Spanish Harlem Incident" o el tema que da título al disco. "Bells of Rhymney", original de Pete Seeger (nombre fundamental en el santoral de influencias del primer Dylan) es sin duda una de las cimas del disco, pura emoción contenida al servicio de unos juegos de voces que no parecen de este mundo. Lo mismo se podría decir de la versión que se marcan del oldie "We'll Meet Again".
Equilibran la balanza con composiciones propias, que en aquel entonces eran monopolio de Gene Clark (A quien alguien, no sin razón, definió como el Shakespeare del Hillbilly). Aportando joyas del calibre de "Here Without you" (Gene siempre fue un hacha a la hora de rentabilizar sus fracasos sentimentales en forma de grandes canciones), "It's No Use", un corte nervudo, que inicia la línea de piezas posteriores como "Why?" y, por encima de todas, "I'll Feel a Whole Lot Better", según Cyril Jordan (alma mater de Flamin' Groovies y una de las mayores esponjas en materia de British Invasion) bien podría ser la mejor canción de la historia, yo añado que es una de las que mejor aborda el estado posterior a una ruptura sentimental, que no es poco.
domingo, 7 de noviembre de 2010
The Replacements - "Let It Be"
Paladines del Rock Alternativo que tenía su principal radio de acción en las emisoras universitarias (lo que los emparenta con formaciones como los primeros R.E.M o Husker Du) The Replacements son una de esas formaciones, al igual que sus admirados Big Star, que si bien no gozaron del benepácito del gran público, al menos plantaron la semilla de un buen puñado de bandas que vendrían tras ellos, y que, dicho sea de paso, sí que cosecharon notable éxito.
Y es que la banda de Paul Westerberg bien puede colgarse la medalla de ser los padrinos de aquello que dió en llamarse Generación X. Desde aquí añado que tenían bastante más talento que todo aquel marasmo de bandas de Seattle apadrinadas por Sub Pop. Al hilo de esto vienen bastante al caso las declaraciones de Rich Robinson, malcarado guitarra de los Black Crowes, quién, tras ser preguntado por su opinión sobre los por aquel entonces emergentes Nirvana, contestó algo así como que sabía que la música de los Replacements triunfaría algún día.
Llegados a este punto, la cuestión: ¿Por qué "Let It Be"? Bueno, lo cierto es que "Tim" también es un gran disco (Recoge mi tema favorito de estos tipos, "Bastards of Young", ahí es nada) y "Pleased To Meet Me" se presenta como una opción de lo más tentadora, peeeero... Este es el disco de transición de los Replacements, ese en el que pasaron de ser la banda de Punk destroyer que se mostraba en sus dos entregas anteriores a abrir su abanico hacia terrenos no menos apetecibles como el Rock más clásico y el Power Pop sin perder por ello su savia punkie. Es ese estar en tierra de nadie lo que hace tan atractivo a este disco (y tantos más...).
¿Momentos a destacar? La inicial "I Will Dare", que mostraba una cara hasta el momento insólita de la banda, al igual que "Androgynous" (¿unos punks haciendo una balada a piano sobre la identidad sexual? WTF!); "Unsatisfied", verdaderamente desgarradora; la cuasiinstrumental (¿existe esa palabra?) "Seen Your Video" y por encima de todas, esa grande finale que es "Answering Machine". Nunca una canción (Bueno, quizá "Hangin' on the Telephone", de The Nerves, pero no nos desviemos!) retrató tan bien la impotencia que se siente al intentar llamar, sin éxito, a esa persona amada que, por despecho, orgullo o indiferencia, no hace acto de presencia al otro lado de la línea. Ya lo dicen ellos "How do you say good night to an answering machine?".
Nunca es mal momento para reencontrarse con la obra de los de Minneapolis, fundamental e íntegra hasta la médula y totalmente por encima de prejuicios y estúpidas barreras estilísticas.
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