sábado, 30 de julio de 2011

Bruce Springsteen & The E Street Band - "Born To Run"


Existen pocos personajes tan denostados cómo Bruce Springsteen. "¿Cóooooooomo?" Habrá exclamado más de uno: Si el tipo llena estadios por doquier, goza de una legión de seguidores que bebe los vientos por él y es considerado, pese a haber empezado una década después que ellos, tan clásico y relevante como un Dylan o unos Stones. Entonces, ¿De qué diablos estoy hablando?

 Pues de que basta darse un garbeo por las lides -tangibles o virtuales, tanto da- del rockerío más supuestamente auténtico, ese aborrecible término, para constatar que el de Nueva Jersey no tiene lo que se dice mucho crédito, pese a haber sido, a lo largo de cuatro décadas, una verdadera bestia del Rock and Roll. El porque, para mí un misterio: Qué gente que se dedica a encumbrar verdaderas medianías se ponga exquisita de repente y se tire de los pelos y le hiciera la cruz al Boss a partir de discos cómo "Tunnel Of Love" o "Lucky Town", que le otorguen la vitola de "auténtico", seguimos a vueltas con el adjetivo, a tipos que, honestamente, no le llegan ni al tacón de la bota.... La lista de despropósitos es larga. Que más da que nuestro hombre hilase, en el lapso de cinco años, tres verdaderas obras maestras del género, las que van de éste "Born To Run" al "The River", que se haya mantenido siempre fiel a sí mismo, regalando verdaderos hit singles que lo habrían cubierto de oro y no dudando en grabar verdaderas rodajas de Country Folk maquetero y sombrío contraviniendo lo que todos esperaban de él. Y sobre, todo, que más da que el tipo haga shows de casi cuatro horas a píñón fijo, sin fláccido desarrollos instrumentales, ni forraje. Nada de eso importa al detractor profesional de Springsteen, que, eso sí, no dudará en dedicar chanzas de todo tipo al último songwriter coñazo de turno.

 En "Born To Run", se ha dicho mil veces, Bruce pretendía aunar la lírica de Dylan, el dramatismo de Roy Orbison y el wall of sound de Phil Spector. Una fórmula de altura para la que sin duda era su apuesta más ambiciosa hasta la fecha. Cabe recordar que antes de la edición de éste disco Bruce Springsteen era visto cómo poco menos que un trasunto fallido de Bob Dylan, cuyos dos discos de estudio, pese a contener un puñado de clásicos en potencia, habían pasado completamente desapercibidos. Así pues, en éste álbum la suerte estaba echada, y de su acogida dependería, colegimos, la permanencia de nuestro hombre en el negocio de la música.

En cierto modo, el espíritu de "Born To Run", ahí radica su complejidad, es tan musical cómo cinematográfico. Entronca con la pretensión de vindicar el R'n'R más inmediato de antaño, compartida por vecinos cómo The Dictators o los Ramones, pero también lo hace con la obra de, pongamos, un Scorsesse, con sus temáticas preñadas de épica cotidiana y redención callejera, sus luminosos parpadeando en la noche y el recuerdo de un pasado mejor, y seguramente idealizado, sobrevolando la acción. Todo eso y mucho más condensa la canción inicial, "Thunder Road", un tema a flor de piel, entre la autodeclaración de principios ("Well i got this guitar, and i learned how to make it talk") y la pretensión anunciada de huir de esa ciudad "llena de perdedores".

Y es que, pese a que todo el mundo suele citar a su sucesor, "Darkness In The Edge Of Town" cómo el disco en el que Springsteen "perdió la inocencia" y ofreció su primera ración de material con sabor amargo, lo cierto es que "Born To Run" transmite una innegable sensación agridulce, de post-adolescente que se aferra a sus vinilos de los Beach Boys y las Ronettes para afrontar las hechuras de una recién conquistada vida adulta que se le presenta de lo más angosta, de ensoñaciones interrumpidas por la sirena de la fábrica y de romper con todo y huir. Si hay un concepto en el que éste disco abunda, desde su mismo tema-título, es en el de huir.

 "Tenth Avenue Freeze-Out" suena a Soul vacilón y patillero, con su genuina sección de viento, apropiada para un tema en el que Springsteen viene a relatar cómo conoció al triste y recientemente desparecido Clarence Clemons, su verdadera mano derecha, con permiso de Little Steven. "Night" rezuma barroquismo con traje rockandroller y da paso a otra de las cimas del redondo, "Backstreets". Otro de esos temas que encaja en el concepto del disco, sobre el choque del idealismo juvenil con el frío cemento de la realidad: Demoledor.

 "Born To Run" abunda en el concepto de huir, en pos de un lugar dónde poder vivir, en el sentido más amplio del término, aunque todo apunte a que ese peregrinar no tendrá fin y será un vagar perpetuo. En el plano sonoro, Rock de muchos quilates, repleto de capas de sonido y con la banda funcionando con la precisión de un reloj suizo. "She's The One" descubre la vena más Buddy Holly de nuestro hombre, mientras que "Meeting Across The River" muestra su faceta más preciosista. Como colofón, "Jungleland", epopeya callejera bajo un cartel de Exxon, un corte sencillamente soberbio.

No creo exagerar al decir que el período '75-'80, fue el que aquilató a Bruce Springsteen como artista, intérprete y, lo más revelador, compositor. Con "Born To Run" mostró sus cartas, tras la gesta de "Darkness In The Edge Of Town", resultó invencible y en "The River"  no hizo otra cosa que asentar su valía. Sólo por esas tres muestras de poder ya merece su lugar de honor en nuestra historia, pero, afortunadamente, hubo más. Mucho más.

martes, 26 de julio de 2011

The Jam - "In The City"


 Digámoslo claro: "In The City", es un debut tan disfrutable e imprescindible como las respectivas cartas de presentación de Clash, Ramones o Sex Pistols. Y me permito añadir que igual de relevante e influyente. Y es que el power trio con el que el modfather se dió a conocer irrumpió en la escena blandiendo una irresistible mixtura de frescura, clase, agresividad y eclecticismo bien entendido.

 La génesis de su sonido se remontaba al Londres de la década anterior, aquel que vivió el auge de los Small Faces y el genio ascendente de los hermanos Davies, pero, por favor, que nadie se lleve al engaño de creer que estamos ante unos consumados revivalistas: Nada más lejos. Paul Weller ponía su background y su Rickenbacker al servicio de la coyuntura sónica del momento, esto es, el Punk '77, la vuelta del R'n'R inmediato sin florituras ni vacíos ejercicios de ombliguismo. En su faltriquera, abundantes influencias de la british invasion nativa así como algunas pinceladas de R&B y Soul de allende los mares, unos sonidos que con el tiempo se harían cada vez más evidentes en la trayectoria de la banda y se explicitarían del todo en las andanzas en solitario de Weller.

El disco es un compendio de himnos, bien nutridos de épica callejera y rabia juvenil, cómo bien evidencia "Art School", el pildorazo que se encarga de abrir fuego y mostrar que las cartas con las que jugaba la banda eran baraja ganadora. "I've Changed My Adress" es todo chulería y "Slow Down" supone todo un guiño a su poso más R&B, y más concretamente a Larry Williams. "I Got By In Time" es sencillamente una de las mejores canciones de la historia, a medio camino entre la inmediatez Punk y el Soul, con una letra que desgrana cómo pocas la vuelta del hijo pródigo a los escenarios de la adolescencia, entre chicas a las que amó y antiguos amigos con los que algún día soñó cambiar el mundo y a los que ahora a duras penas saluda. El nivel no baja, ni mucho menos, en la colosal "Away From The Numbers", de prístina elegancia e innegable melancolía en su sonido. "Batman Theme" es eso precisamente, la sintonía de Batman, un detalle simpático, pero del todo intrascendente, más aún si tenemos en cuenta el nivel al que raya el material de éste álbum.

 "In The City" da el pistoletazo de salida a la segunda mitad del disco, la más afecta (salvando todas las distancias que gusten) al Punk Rock puesto en práctica por sus compatriotas. "Sounds From The Street", con todo su deslavazamiento, es Power Pop de primera, "Non-Stop Dancing" hubiera colado sin problemas en un LP de Dr. Feelgood y "Time For Truth", con su cortante riff, es un pequeño clásico. La hooligan "Takin' My Love" y "Bricks And Mortar" son las encargadas de poner el punto y final a tan exquisita carta de presentación.

 Resulta tan fácil como arduo dirimir las causas de porque el legado de The Jam no ha llegado hasta nuestros días, con la vigencia y el reconocimiento generalizado del de, pongamos, unos Sex Pistols. Es díficil de entender si nos atenemos a su insultante calidad como banda, evidenciada del todo en la consistencia de su obra de estudio; pero es algo más fácil de comprender ( que no de justificar ni de secundar) cuándo tenemos en cuenta su afán de no-rupturismo con lo anterior, llevando con orgullo el estandarte mod, y vindicando el legado de grupos como The Who o los Kinks en medio de la vorágine Punk. Pero ya se sabe, lo clásico nunca pasa de moda, y hoy tanto sus trajes de elegante corte como lo expuesto en éste "In The City" han pasado con soltura y buena nota el test del tiempo.

martes, 12 de julio de 2011

Roy Loney And The Phantom Movers - "Out After Dark"


En un año que vivió la edición de lanzamientos capitales en el entramado del Rock and Roll inmediato y sin florituras, - "It's Alive de Ramones, "Overkill" de Motorhead, "Highway To Hell de AC/DC o "New Values" de Iggy Pop, entre otros- lo cierto es que el debut en solitario del que fuera voz cantante de los Flamin' Groovies en su primera encarnación lo tenía crudo para destacar en un panorama semejante. Pero el tiempo pasa y todo lo asienta, lo que nos permite, más relajadamente, descubrir estas obras de culto y enjuiciarlas en su justa medida, sin el lastre añadido de tener que compararlas con otros trabajos coetáneos y con la vitola de míticos a sus espaldas.

 Loney, aquel tipo que vindicaba el Rockabilly en el San Francisco de Bill Graham y Grateful Dead, llevaba casi una década en barbecho desde su marcha/despido (Qué fue antes, ¿El huevo o la gallina?) de los Groovies, al poco de la edición del fundamental "Teenage Head". Ahora, en el ocaso de los 70's, se mostraba decidido a volver, respaldado por una banda underground más o menos consolidada, The Phantom Movers (lo que pasaría a ser una constante a lo largo de su carrera en solitario, rodeándose en lo sucesivo de gente cómo The Longshots, The A-Bones o, más recientemente, los patrios Señor No) y sacándose de la manga un disco que, desde la misma cubierta, con Roy luciendo Strato y pose á la Pete Townshend, exudaba Rock and Roll.

 "Out After Dark" supone el punto de encuentro entre las distintas influencias que sustentan el background de nuestro hombre, del Rock and Roll 50's al sonido de The Kinks, amén de un componente Punk perfectamente compatible con lo que venían haciendo The Clash o Iggy Pop en aquellos años.

 La incial "Born To Be Your Fool", con ese primer verso tan Groucho Marx ( "I Was Born, Very Young...") nos pone sobre aviso de lo que será una de las constantes del disco, esto es, la querencia por las tesituras acústicas, que no relajadas, en clave de R'n'R, que empapan los surcos del disco. "Used Hoodoo" suena a  jungle music deudora de Bo Diddley por los cuatro costados, "Phantom Mover" es un himno que da paso a la vacilona y puro Roy Loney "Neat Petite". En "Return To Sender", al igual que en "Rockin' In The Graveyard", Loney ajusta cuentas con viejos héroes fifties de juventud, llámalos Elvis o Jackie Morningstar, entre las dos covers tenemos "People, People" un corte histriónico, exaltado y que personalmente me trae a la cabeza a Joe Strummer y sus chicos, aunque me temo que no se trate de algo objetivo. "I Love It" me parece de lo más granado del disco, un tema, intenso, afectado y con un nosequé nocturno y evocador que atrapa irremediablemente. "Scum City" funciona como dos canciones, por un lado, tenemos un cortante Rockabilly que habría hecho descubrirse a The Cramps, por otro, un preciosista interludio acústico de regusto folkie a modo de puente. "Trophy" es lo más cercano a una balada que podemos encontrar en éste disco, mientras que "She Run Away" suena a genuina mezcolanza entre los Kinks, los Stones de principios de los 70's y las Ronettes. Echando el cierre, "San Francisco Girls", un correcto número de R'n'R estilo Sun Records.

 No nos encontramos ante la clase de disco que cambia la dirección de la historia de la música, si bien es de justicia reconocer que tampoco es ésa su intención. Asimismo, supone digno testimonio de la riqueza musical de la década de los 70's, decenio en el que vieron la luz supuestas (abran comillas) obras menores que, de salir hoy día, nos harían hincarnos de hinojos y dar saltos de alegría. Por último, es prueba irrefutable del talento, oficio y saber hacer del gran Roy Loney. "Out After Dark", idóneo ejercicio de celebración del R'n'R, una vez que cae la oscuridad.

jueves, 7 de julio de 2011

Radio Birdman - "Radios Appear"


Cómo es bien sabido, el término aussie se emplea para referirnos a todo aquello que tenga denominación de origen en las antípodas, mas, en el terreno del Rock and Roll, sirve para designar una corriente sónica muy concreta. ¿A los deudos de la formación más mítica del lugar, AC/DC, tal vez? Pues no. ¿A aquellos que beben de las enseñanzas de combos de culto cómo, verbigracia, Rose Tattoo? Tampoco. Los padres del R'n'R a la usanza aussie no son otros que Radio Birdman, cuyo propio santoral de influencias constituye parte sustancial de los ingredientes de los que se nutrió la escena underground australiana en los años venideros.

 ¿De dónde venían, a título sonoro, los hombres pájaro? La estela del proto-punk se perfilaba alargada en sus canciones, con especial parada en el Detroit Rock City de finales de los 60's, y más concretamente, en combos como The Stooges o MC5. Aunque también se adivinan sólidas influencias de aquellas bandas que operaron en la década anterior, a medio camino entre la inmediatez y lo lisérgico, ya saben, nombres como Velvet Underground, The Seeds o los 13th Floor Elevators, de quienes por cierto se marcan su "You're Gonna Miss Me". Súmenle a eso un componente indiscutiblemente Surf en algunas de las guitarras del redondo y ya tendrán una idea de por donde van los tiros.

 Radio Birdman aunaban en su primer largo un puñado de himnos tan llenos de inmediatez cómo de dramatismo. Cortes matadores como "What Gives?", "Non-Stop Girls" o "Do The Pop", en los que el histrionismo de Rob Younger y la maestría de Deniz Tek a las seis cuerdas son los grandes centros de atención del tinglado. Concesiones a lo atmosférico sin perder mordiente, caso de "Man With Golden Helmet", más Raw Power sin cortar ni adulterar en "Descent Into The Maelstrom", "New Race" o, todo el mundo de rodillas, "Aloha Steve And Danno" una de las más atómicas del disco y, porqué no decirlo, de toda la historia del Rock, puro Proto-Punk á la Asheton, con unos coros surfers dignos de los Beach Boys. Tras semejante exhibición de poder es arduo mantener el nivel, pero el listón no baja en "Anglo Girl Desire" ni en la hímnica y gloriosa "Murder City Nights" con la que echan el cierre.

 En "Radios Appear" se daban la mano  inmediatez, crudeza, técnica, oscuridad, elegancia, minimalismo y atemporalidad. Una fórmula que a buen seguro pasó desapercibida en aquel '77 de la eclosión punk londinense, pero que, corriendo los años, resultó fundamental para concebir el sonido de formaciones tales como Celibate Rifles, The Nomads, Asteroid B-612, The Beasts Of Bourbon o los Hellacopters, por citar a unas cuantas. Ahí es nada.