martes, 3 de abril de 2012

Redd Kross - "Third Eye"

  
Power Pop. Etiqueta polémica, a su manera: Teniendo en cuenta que alude al Rock n' Roll de acentuado apartado melódico, podríamos aplicárselas a combos tan diferentes cómo los mágicos Big Star, los bombásticos Badfinger, The Rubinoos, con su nervio teenager; los hard rockerísimos Cheap Trick; la tríada The Nerves/Plimsouls/The Beat, que marcaron los pasos del género en los primeros 80's; Dwight Twilley, el trovador new wave del género... Incluso, si nos pilla con la disposición anímica adecuada, podemos hacer extensible la demarcación estilística a la etapa londinense de los Flamin' Groovies, los primeros Ramones y la facción del punk británico conformada por grupos como The Jam o los Buzzcocks. Es más, si nos pilla con el día completista, podemos preguntarnos, ¿Fueron The Beatles, sin saberlo, la primera banda de power pop?

Lo que sí podemos dar por sentado es que, en los primeros 90's, a los hermanos McDonald, líderes de Redd Kross, no podían dárseles en menos tales cuestiones. Y es que, pese a capitanear uno de los considerados buque insignia del género en las últimas décadas, el radio de acción musical de la dupla se escapaba en no pocas ocasiones de la etiqueta que se les había impuesto.

Tras unos titubeantes comienzos flirteando con la escena punk/hardcore de los suburbios de L.A, los excéntricos hermanos terminaron por rendir su talento a las bondades de la melodía y la cultura pop, a ser posible de eras pasadas, pero sin sacrificar su compromiso con lo actual. La epifanía que se adivinaba en "Neurotica" (producido por Tommy Ramone, ahí es nada) terminaba de confirmarse en éste "Third Eye", redondo de generosos mimbres y para algunos, entre los que me incluyo, cima discográfica de la banda.

"Third Eye" amalgama las distintas aristas que conformaban el background de Jeff y Steve McDonald: Aquí hay punk de la vieja escuela, abundantes dosis de hard rock (las solistas de Robert Hecker no conducen a dudas a ese respecto) y, sobre todo, un palpable corazón bubblegum, música que había conseguido obsesionar a los hermanos en las fechas de gestación del álbum.

Y es precisamente a ritmo de bubblegum cómo empieza el disco: Ahí tenemos la colosal "The Faith Healer", fusilada -con mucho estilo- a los 1910th Fruitgum Co. y su hit "Goody Goody Gumdrops", pasada por el turmix del alt rock de la época. Y es que esa fue siempre una de las mayores virtudes de Redd Kross, encajar siempre en las tendencias del momento, precisamente por encontrarse fuera de ellas.

"Annie's Gone", de esquemática letra, muestra la cara más punk de la banda, que no ceja en su gusto por la melodía ni en tales tesituras; "I Don't Know How To Be Your Friend", con su delicada primera parte acústica y la posterior explosión eléctrica, muestra cuánto han crecido desde los descocados días de "Born Innocent" y las diferentes texturas en las que saben moverse.

"Shonen Knife", con una intro que no habría desentonado en un redondo de heavy metal de la década anterior, es un guiño al célebre power trio japonés: "Come right in now, enjoy a Choco Bar/With the Shonen Knife/Yes, the rock and roll stars". Las chicas de Shonen Knife, cumplidoras hasta lo indecible, le respondieron al año siguiente escribiendo "Redd Kross" que decía: "Redd Kross, crazy people in L.A/Redd Kross, genius people in L.A". Cómo pueden ver, un bonito affaire entre bandas de culto.

La exquisita "Bubblegum Factory", todo azúcar, cierra el círculo estilístico del disco, homenajeando la génesis de la música que lo inspiró. Denostada por el crítico sesudo, pero irresistible para cualquiera con un corazón pop por el que corra algo de sangre, la obra de los mentados 1910th Fruitgum Co. o The Archies se perfila tan necesaria en la gestación de "Third Eye" como la que más. Tras la exhibición de puro pop, contrasta "Where Am I Today?" con su tono introspectivo e incluso lánguido, articulado en una canción perfectamente construida.

"Zira [Call Out My Name]" rezuma energía, positivismo y frescura: Ése estribillo a tres voces, el manejo prodigioso de los coros y una sobresaliente labor guitarrera apuntalan uno de los platos fuertes del disco. "Love Is Not Love", atmosférica gema de basamento poppie da paso a otro pildorazo incontestable, "1976", o lo que es lo mismo, Redd Kross sonando más a KISS que los propios KISS de la época, rematando la jugada los coros del batería Victor Indrizzo, destacado émulo de Paul Stanley, a tenor de lo escuchado.

Ya en la recta final nos encontramos con la fabulosa "Debbie & Kim", un corte tan épico como inmediato, de estribillo demoledor y que prácticamente condensa todas las virtudes del redondo. "Elephant Flares" echa el cierre, ubicando sus coordenadas entre el arena rock setentero y los Beatles de "Sgt. Peppers".

En los poco más de cuarenta minutos de "Third Eye", Redd Kross condensaban más sabiduría musical e iban más lejos de lo que otras tantas bandas ni tan siquiera alcanzan en décadas. En sus surcos podemos encontrar inmediatez, virtuosismo, preciosismo, crudeza, gusto por lo clásico y sentimiento de contemporaneidad. Conceptos contradictorios, sin duda, pero que en este caso no conducen al oxymoron.