martes, 27 de septiembre de 2011

Roky Erickson & The Aliens - "I Think Of Demons"


Corría el año 1979 y un tipo de Tejas, Roger Kynard Erickson, había recorrido, qué duda cabe, un largo y tortuoso camino para llegar hasta ese punto. Tras su paso por los fundacionales 13th Floor Elevators, piedra de toque en lo que fusión de  Garage y Psicodelia se refiere, nuestro hombre vivió su particular via crucis por los abismos de la locura, agravados por sus años de consumo descontrolado de ácido en una banda sobre la que siempre sobrevoló el espectro del caos y la sordidez. A su biografía me remito.

Años de confinamiento en un psiquiátrico, ejerciendo de carne de electroshock y compartiendo alojamiento con verdaderos psicópatas (algunos fans de su antigua banda, según cuenta) Lo más razonable era dar por perdido a Roky como artista, alguien al que la medicación reduciría su creatividad al mínimo y que tras salir de su reclusión consumiría sus días viviendo de una paga del estado, manteniendo el fantasma de la esquizofrenia a buen recaudo a base de barbitúricos.

Afortunadamente, y en ocasiones, las previsiones en apariencia más obvias pueden verse desmentidas por el desarrollo de los hechos. Al poco de recobrar la libertad, Roky pasó de seguir medicación alguna, lo que si bien le llevó a protagonizar más de una excentricidad al cabo de los años, también le permitió pleno acceso a sus musas, a reclutar una banda que le procurase sólido respaldo y, en fin, a editar un debut en solitario que afianzase su posición en el mundo de la música, más allá de la de viejo icono de una banda de culto de los lejanos 60's.

Concebido en principio como una suerte de álbum conceptual inspirado por el cine de terror, lo cierto es que "I Think Of Demons" termina revelándose, no sé si involuntariamente, sabedores de los avatares vitales de su protagonista, cómo algo más profundo, poseedor de una entidad propia y un espíritu perfectamente reconocibles.

Lo primero que sorprende al ponerlo a rodar es que poco o nada queda de las texturas lisérgicas con las que tan afanosamente trabajó en los Elevators. Sigue habiendo un innegable poso psicodélico, ciertamente sutil, pero el disco suena en su mayoría a Hard Rock aliñado de inmediatez y riffs incontestables, con duelos de guitarras y potentes solos. "Two Headed Dog", que con el tiempo sería uno de sus himnos de siempre, es la encargada de mostrarnos este nuevo giro sónico a seguir. También de lo que será una tendencia de buena parte de su cancionero: El minimalismo lírico, basando la canción en la repetición de un par de versos y confiándolo todo a la pasión interpretativa.

"I Think Of Demons" es otra de las cimas del álbum, un corte de adictivo riff y con un poso melódico nada desdeñable, que se ve seguida por otro anthem del calibre de "I Walked With A Zombie", canción de marcadas costuras baladísticas fifties que evidencia que la abundante retórica sobre zombies, demonios, vampiros y demás fauna de ultratumba no puede enmascarar el corazón rocker de Erickson, el fan irredento de Buddy Holly que, en los shows de aquellos años versionaba temas de Phil Spector.

"Don't Shake Me Lucifer" suena completamente a los Rolling Stones de Mick Taylor, siendo francamente fácil imaginar al Jagger de los primeros 70's poniéndole voz, un brioso Rock And Roll que para nada hubiese desentonado en el "Exile..." "Night Of The Vampire" baja las revoluciones, un medio tiempo de aura ominosa que da paso a par de temas en la pura tradición del Hard Rock crudo y no exento de cierta melancolía en el que abunda el disco, "Bloody Hammer" y "White Faces". Las épicas y guitarreras "Cold Night For The Alligators" y "Creature With The Atom Brain" preceden a "Mine Mine Mind" exponente de mi Roky Erickson predilecto, a saber: El fino creador capaz de conjugar riffs rocosos, melodías perfectas y ambientes místicos sin despeinarse un pelo de la barba.

"Stand For The Fire Demon" sigue la senda de cortes previos como, verbigracia, "Night Of The Vampire", una suerte de letanía tortuosa, densa y eléctrica que anticipa la grand finale con "The Wind And More", inamovible en los sets de sus shows, y, en este caso felicitémonos por ello, poseedora de todos los clichés, musicales y estéticos que le presuponemos al de Austin.

Como era casi de esperar, la repercusión de "I Think Of Demons" fue, siendo generosos, modesta (¿Un naúfrago de la era del ácido colándose en los charts la era de la MTV, los sintetizadores y el arena rock? Siéntate y espera) Pero al menos sirvió para, como se apuntaba más arriba, apuntalar a nuestro hombre en el negocio y renovar su fe en la música, granjeándole de paso un reducto de fieles seguidores y dando el pistoletazo de salida a una singladura abundante en buenos trabajos, cuyas muestras se extienden hasta prácticamente nuestros días. En fin,y haciéndome eco del grito de guerra de sus valedores sólo me resta deciros eso de: Don't Knock The Rock!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Love - "Love"

Pocas bandas existen, a juicio del que esto firma, más infravaloradas que Love. Pioneros en la máxima extensión que concede el término, el combo capitaneado por el díscolo multiinstrumentista Arthur Lee, adelantado a su tiempo en tantas cosas, se tuvo que conformar con engrosar la categoría de las bandas de culto, lauredas por el connaiseur mas brutalmente desconocidas por lo que sería su gran y potencial público.

Surgidos en el excitante panorama que tenía lugar en el L.A de los 60's, cuándo clubs como el Troubadour y el Whisky A-Go Go comenzaban a escribir su fascinante leyenda y donde bandas como The Byrds o The Doors  iniciaron su senda hacia la inmortalidad. En estas, Love quemaba la escena de garitos de la ciudad, ganándose un pequeño pero aguerrido reducto de fieles, deseosos de acudir a las explosivas presentaciones de la banda, de ver a Lee con sus lentes caleidoscópicas desplegar el potencial de un cancionero temprano de innegable pujanza, que aunaba sin tapujos el Rythm And Blues primigeneo con matices Folk Rock a la usanza de los chicos de Gene Clark. Lo blanco y lo negro. Junto y revuelto.

Y es que si queremos resumir en un término lo que fue la temprana singladura de Lee en el negocio de la música, bien podríamos escoger el de maridaje. Cómo apuntó cierta periodista que reseñó uno de los shows primerizos de la banda, con Arthur Lee se cerraba el círculo: Era, decía, un negro que imitaba a un blanco, Jagger, que a su vez imitaba a los frontmans negros de antaño. Lo dicho, el círculo se había cerrado.

El primer LP de Love, si bien no goza de la vitola de mítico de un "Da Capo" o, no digamos ya de "Forever Changes", es una sobresaliente carta de presentación, en la que el grupo mixtura sin complejos sonoridades Garageras, Pop, Psicodélicas y Folk, mucho Folk. Además, no puedo concluir el párrafo sin dejar de mencionarlo, yo lo prefiero a sus otras dos obras citadas más arriba.

"My Little Red Book", el peliculero tema de Burt Bacharach abre fuego, pasando el original por un filtro de Garage Rock arrebatado y sin concesiones. "Can't Explain", delicioso corte tan deudo de la melodía poppie como de un cierto matiz lisérgico pone sobre la mesa un par de constantes del redondo, a saber: Los minutajes breves y las melodías sencillamente perfectas, con las repiqueteantes guitarras de  Johnny Echols y Bryan MacLean sembrando deliciosos matices allá donde pasan. "A Message To The Pretty" , rebosante de desencanto y languidez, se antoja como otro de los highlights del disco; "My Flash On You" lleva un paso más allá, endureciéndolas, las enseñanzas de los Byrds, mientras que "Softly To Me", siguiendo con los paralelismos con la banda de McGuinn, anticipa en cierto modo parte de lo que estos ofrecerían en su "Fifth Dimension".

"No Matter What You Do" es, porque no decirlo, mi favorita del álbum: Qué dramatismo, qué caída melódica, que fuerza y que garra transmite aquí Lee, que más que cantar, aúlla, muerde. Y qué intro guitarrera, colosal, que los más enteradillos de ahora tildarían de jangle pop. "Emotions" es un corte instrumental con cierto regusto surf, que da paso a la poderosa "You'll Be Following", que a su vez precede a la 100% Byrds "Gazing", con alucinógeno solo a cargo de Echols.

"Hey Joe", corte hiperversionado en aquellos años, mantiene el nivel, marcándose una nervuda y espídica relectura del mismo. Energía que sin duda contrasta con la melancolía densa que empapa "Signed D.C", que no en vano sería versionada por Dead Moon unas cuántas décadas después. "Colored Balls Falling" aúna el poso psych de la banda con su querencia por la inmediatez y los temas breves, mientras que en "Mushrooms Clouds" desemopolvan las acústicas y se marcan un exquisito tema de corte folkie con querencia por los juegos de voces. "And More", que pese a lo que rezaba el título era la última canción del disco, ponía punto y final a éste a base de melodías preciosistas, coros prístinos y guitarras repiqueteantes. Lo de siempre, vaya, remachará algún profano, a lo que yo digo que sí, que puede, pero que en éste disco la fórmula no conoce el menor síntoma de desgaste.

Pese a ubicar su propuesta entre las, a priori diversas, coordenadas entre The Byrds, 13th Floor Elevators, Yardbirds o el Dylan recién electrificado, es decir, entre la melodía de base Folk, el toque psych, el músculo y el lírico fraseo de corte tan poético como desgarrado, Love fue el grupo genial, capaz de concatenar tres obras maestras, que nunca llegó a explotar, al menos tal y como debería. En fin, olvidemos, aunque sea por hoy, la injusticia inherente al tinglado de la música y hagamos sonar el disco con el que Love comenzaron a firmar su halo de mitos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

The Nativos - "She Belongs To Me"


Spain in different, típico y tópico axioma que no deja de tener su punto de verdad. Y no siempre con una connotación negativa, ojo. Recordemos que los 80's han sido una de las décadas más ominosas en la historia de la música, y claro está, la escena Rock and Roll internacional no permaneció indiferente ante aquello: The Rolling Stones, a un tris de separarse, editaron un puñado de discos de perfil medio/bajo, los otrora intocables Dylan y Young se vieron constantemente cuestionados, aún cuando acertaban, y, lo más importante de todo esto, surgió un tipificado sonido 80's, entre lo bombástico y lo efímero que se coló con facilidad entre los surcos de grupos tan dispares como Ramones, Queen, Rod Stewart, Paul McCartney o Johnny Cash, por no hablar de los artistas antes mencionados. En cierto modo, sólo salieron fortalecidos de aquel marasmo los por aquel entonces tótems ascendentes del Hard Rock, formaciones cómo AC/DC, Motorhead o Judas Priest, que firmaron parte de lo mejor de su carrera en aquellos años.

Y mientras, en España ¿Qué? Preguntarán sarcásticamente esos eternos serviles a lo foráneo que no verían un grupo de talento en estas latitudes ni aunque lo tuvieran frente a sus narices. Habida cuenta de que aquí siempre ha habido una sólida escena underground, la primera mitad de los 80's españoles se descubre como especialmente fascinante para todo aquel que se diga melómano con ciertas veleidades rockers: Por decir algo, Burning asentaban su liderazgo, Loquillo, en compañía de Sabino Méndez, ponía patas arriba la noche barcelonesa, el Punk Rock vía UK comenzaba a emerger por el norte del país mientras que el de herencia ramoniana afloraba en la capital; Nacha Pop practicaban, quizá sin saberlo, Power Pop de altura mientras que los más duros del lugar, Barón Rojo y Obús implantaban el arena rock á la foránea.

Los primeros compases de La Movida, si bien no transmitieron un legado estrictamente musical, si que lo hicieron de actitud, y la respuesta que generaron, y en la que por cierto se encuadra la singladura de The Nativos , fue tanto o más interesante que el movimiento en sí: Ante la efervescencia y el frenesí petarda, Madrid vivió una oleada de grupos eminentemente rockistas,con la vista puesta en la música de los 50's/60's  y con una especial querencia por los grupos de culto, ahí es donde entrarían en juego Los Enemigos, Sex Museum, The Pleasure Fuckers o The Nativos.

 The Nativos fueron, ante todo, un supergrupo. Y es que en él se dieron cita, en algún momento u otro de su -breve- trayectoria miembros de Los Pistones, Enemigos, Mockers, Fallen Idols y Los Rápidos, .En "She Belongs To Me",  abundan las versiones frente al material propio, lo cual no debería inquietar lo más mínimo al connaiseur del garaje pretérito, sabedor de que en los discos de The Sonics, Remains o Fuzztones la proporción suele ser más o menos igual.

 El disco abre con el tema que le da título, eso es, el viejo himno de Dylan que ocupaba su lugar en la Cara folkie del mítico "Bringing It All Back Home". En mi opinión, la banda efectúa una de las mejores relecturas que se han hecho jamás del cancionero del de Duluth, lo cual, teniendo en cuenta el volumen de covers que ha sufrido, no es poco decir. The Nativos convierten el tema en un áspero y gélido corte garagero, con un hammond manteniendo el pulso y la labor vocal de Esteban gravitando entre las enseñanzas de Iggy Pop y Lux Interior. Menuda apertura.

 "I Can Only Give You Everything",  de los Them de Van Morrison cobra nuevos bríos en manos de la banda, insuflándole una energía inusitada, máxime al tratarse de un tema que ha sido revisitado tantas veces por bandas de distinto pelaje, de The Haunted a los Troggs pasando por MC5. "Stop", único corte que firma la banda, suena a los Stones de los 70's por los cuatro costados, demostrando que no sólo nos encontrábamos ante unos exquisitos revisionistas sino ante unos finos compositores. Finalmente, "Night Time", de los Strangeloves, ponía fin al maxi a ritmo de Rock n' Roll con toque R&B pasado de rosca.

Cómo ya apuntábamos, la existencia del grupo fue efímera y su producción se circunscribió a éste único EP, prototipo de disco de culto patrio. Ante la brevedad de su trayectoria, sólo nos queda fantasear sobre lo que podría haber dado de sí una banda de la calidad, mimbres y buen gusto de The Nativos.