martes, 22 de marzo de 2011

Flamin' Groovies - "Shake Some Action"


Curioso caso el de la banda de Cyril Jordan. A pesar de su sempiterna pretensión de ir un paso por detrás, en lo que a modas sónicas se refiere, los Flamin' Groovies, aún a una escala menor de la que merecían y en sus dos encarnaciones, acabaron sentando cátedra.

 Lo hicieron en el hippioso San Francisco de finales de los 60's, ése en el que sufrían la ojeriza de una escena adornada con flores en el pelo y narcotizada por consignas utópicas, en la que irrumpieron capitaneados por el gallito rockabilly Roy Loney y con la vista fija en el santoral rocker de los 50's aderezándolo con Rythm & Blues y Country. A lo que presentaron en el seminal "Supersnazz" se le puede llamar Raunch'n'Roll, pero también Garage. O Proto-Punk.

  Tras hacer que su propuesta se empapase de los sonidos procedentes de Detroit, Stooges a la cabeza y finalmente abrazar el clasicismo vía The Rolling Stones en el fantástico "Teenage Head" (Del que por cierto se dice que se los puso de corbata al mismísimo Jagger) la nave Groovie, tras la marcha de Loney, terminó por irse a la deriva. ¿Cómo? ¿Entonces que pasa con éste disco?

 No es del todo desconocido el hecho de que tras el final de éste primer periplo, Jordan intentó una nueva singladura bajo el nombre de The Dogs, enfocada al sonido que acabaría cultivando en el Mark II de los Groovies, esto es, las tres grandes bes: Beatles, Byrds y British Invasion. Pero es de suponer que la escasa acogida de su nueva aventura le hizo resucitar a su antigua banda, remozada, eso sí, por una serie de cambios (un baile de nombres al que sólo acabaría sobreviviendo el semper fidelis Michael Alexander) el más significativo, claro está, el del vocalista.

  La nueva voz de los Flamin' Groovies respondía al nombre de Chris Wilson, que venía de Loose Gravel, una banda de éxito local con la que incluso llegó a telonear a su futuro grupo. Su registro, diametralmente opuesto al de su predecesor, encajaba como un guante en el volantazo a nivel de referentes que acababa de dar Jordan. Tras una serie de singles, a destacar el seminal "Slow Death" (versionado, entre otros, por The Dictators) la nueva formación editó su primera demostración de poder en largo, "Shake Some Action".

 Un disco en el que, fieles a su tendencia de situarse una década por detrás de lo que primaba en cada momento, y a dos minutos de que el Punk estallase del todo (en aquellas fechas compartían escudería -Sire Records- con los Ramones. Significativo) optan por reivindicar a los Fab Four, las repiqueteantes melodías de Roger Mcguinn y la labor de los grupos de la invasión británica, sin menospreciar por ello a la respuesta yankee.

 En cierto modo, la cubierta del álbum suponía un aviso a las claras de por dónde iban a ir los tiros con respecto a su anterior entrega: Frente a la sensación raunchy y sudorosa que transmitía la portada de "Teenage Head" (Cinco tipos encerrados en un local de ensayo, guitarras, botas tejanas, miradas desafiantes) en "Shake Some Action" se opta por una sobriedad eminentemente british, evidenciada del todo en el icónico Jaguar aparcado que ocupa casi tanto espacio como la propia banda.

 Un puñado de versiones servían de carta de presentación (cómo si el propio sonido del redondo no diese ya suficientes pistas) a sus influencias, ahí teníamos el "Misery" beateliano, un par de guiños a Chuck Berry y a Larry Williams, para no renunciar del todo al poso americano, así como unas lucidas relecturas a Lovin' Spoonful y Paul Revere And The Raiders, del que desgranaban un espectacular "Sometimes".

 Pero lo verdaderamente grande de éste disco es su material original, canciones cristalinas, elegantes, rotundas. "Shake Some Action" es un tema definitivo, un riff perfecto para una canción que oscila entre la melancolía y la arrogancia (una constante en el universo lírico de Cyril Jordan), los juegos de voces de "You Tore Me Down", la briosa "Please, Please Girl" (101% Liverpool), el sonido evocador de I'll Cry Alone", el preciosismo a carta cabal en "I Can't Hide"... Todo un homenaje, o quién sabe si culminación, del sonido que unos diez años antes (Qué el frenético devenir de acontecimientos en el mundo de la música hacían parecer una eternidad) conquistó las ondas.

 Comenzaba el artículo apuntando que los Flamin' Groovies, sin buscarlo demasiado, tenían -y tienen- la vitola de pioneros, y es que, si en los años con Loney dejaron apuntalado (con la ayuda de Detroit) el génesis del Rock And Roll crudo para generaciones venideras; en su época londinense, con Wilson al frente dejaron escrito del todo (con permiso de Big Star y Badfinger) el manual de instrucciones para el Power Pop, al menos tal y cómo sería concebido y puesto en práctica en un futuro cercano.

 Para aquellos que nos movemos en el lado más inmediato del Rock, Flamin' Groovies son el prototipo de banda de culto, más apreciada, quizá, por aquellos que supieron vindicar su legado que por el gran público, y de una importancia absolutamente capital en nuestra historia.

martes, 8 de marzo de 2011

The Barracudas - "Drop Out With The Barracudas"


Queda poco para que la primavera, o algo remotamente parecido, se asome por estas tierras sureñas, donde vivimos más de la mitad del año agobiados por calores de distinto signo. Queda poco, ya digo, pese a que ahora mismo llueve ahí fuera y el viento no renuncia a hacer de las suyas.

 Hace cosa de un año, quién sabe si tal día cómo hoy, estaba absolutamente obsesionado con éste disco, podía pincharlo dos, tres veces al día, sus canciones martilleaban mi cabeza y eran perfecto complemento para las tardes de cerveceo y fantasía propias de la mejor estación del año, qué duda cabe.

 Pese a que suelen ser tenidos en cuenta como poco menos que un spin off  de los Flamin' Groovies, por eso de que Chris Wilson se enroló en el Mark II de la banda, lo cierto es que la apuesta de The Barracudas iba por otros derroteros, inyectándole savia Punk y envoltorio New Wave al legado de los Beach Boys y redondeando el conjunto con unos deliciosos matices Jangle Pop vía, cómo no, The Byrds. Asimismo, es de justicia señalar que el alcance comercial de estos surfers anglocanadienses fue mayor que el de la banda de Cyril Jordan, llegando a escalar las listas de éxitos con su celebrado "Summer Fun".

 "Drop Out..." es una carta de presentación definitiva: Entre sus surcos encontramos, por su sitio y sin empujarse hits impepinables, latigazos sixties, e himnos indiscutibles, como ese "I Can't Pretend" tan ramoniano como surfer que da el pistoletazo de salida al redondo. "We're Living Violent Times" abunda en la vertiente más melancólica de la banda, una faceta que, pasando los años, iría ganando presencia en sus LP's.Y de "Don't Let Go": ¿Soy el único al que el comienzo de esta canción le trae a la cabeza el "Under My Thumb" Stoniano?

 Si he de seros sincero, nunca me volvió loco "Codeine", a la que sigue "This Ain't My Time" otra canción emparentada con la singladura 60's de los Rolling Stones, esa época en la que lucían guitarras Vox y flequillos. La melodramática "I Saw My Death In A Dream Last Night" contrasta con el Power Pop luminoso y a carta cabal expuesto en "Somewhere Outside", una de las cimas del largo, por cierto; al igual que su éxito-de-toda-la-vida, "Summer Fun", que viene precedida por una cuña de radio de regusto vintage y dónde de paso se daban el placer de cachondearse un poco de las dificultades que creaba la pronunciación de su nombre entre los locutores de la época. En el plano musical, un single a medio camino entre el Doo Wop y el Punk Rock. Matadora.

 "His Last Summer" con su insidioso órgano y su letra a duras penas inteligible sobre mártires del surf mantiene el pabellón bien alto. La correcta "Somebody" da paso a mis dos favoritas del redondo,  la hímnica "Surfers Are Back" y "Campus Tramp" donde abordan otra de las temáticas inherentes a esto del revival surfer: El mundillo del campus universitario,y sus héroes del fútbol con el corazón roto entre clase y clase. Siguiendo con su tendencia a sumergirse en subgéneros derivados del surf primigeneo abordan temáticas propias de la conocida como hot rod music en la reseñable "On The Strip". Finalmente, y para ir cerrando, nos encontramos con la resultona "California Lament" y toda una declaración de principios que daba buena cuenta del afán revivalista de la banda , "(I Wish It Could Be) 1965 Again", dónde, tras una intro propia de las Ronnetes o los Beach Boys acometen un pildorazo de Punk Pop en cuya letra se permiten guiños a los Byrds, The Kingsmen y The Seeds, entre otros.

 Cierto es que The Barracudas sólo se valieron de esta fórmula para su primer largo y que con el tiempo, el poso Flamin' Groovies/Byrds fue cada vez más acusado, en detrimento de la luminosa y deshinbida querencia por la música surfer yankee y la british invasion con la que nuestros protagonistas se dieron a conocer. Con eso y con todo su nivel siguió siendo notable y, junto a los propios Groovies, The Plimsouls, The Real Kids, Nerves y pocos más, su nombre merece figurar entre el de esos guerreros del Rock And Roll que, en el ocaso de los 70's y los albores de la década siguiente, y a caballo entre el Power Pop, el Garage y el R'n'R primigeneo soportaron el envite de los vientos de cambio, reivindicando el glorioso legado de los 60's frente a hordas hijas del Punk a la inglesa y la New Wave. Gesta de grandes, sin duda alguna.