The Crepitos fueron parte activa de ese marasmo de bandas surgidas en España a finales de los 80's y principios de la década posterior, con querencia por las bandas de culto y especial e indisimulada inclinación por el inglés como lengua en la que expresarse. En la categoría en la que incluimos a los de León también podríamos meter a otros tantos que comparten esas coordenadas, caso de los capitales Sex Museum, los espídicos The Pleasure Fuckers, el Power Pop guitarrero de los Crocodiles, los acólitos al garage/beat 60's cómo Dr Explosion o admiradores confesos del "one, two, three...!" y demás herencia Ramones, caso de, verbigracia, Shock Threatment. En semejante paisaje musical, ¿Qué partido tomaban The Crepitos?
Lo suyo era, a grandes rasgos, el Rock and Roll con matices bubblegum y poperos (podríamos decir Power Pop, pero se dice y se comenta que la etiqueta no le hacía mucha gracia al grupo) aliñado con matices nada desdeñables del Nuevo Rock Americano que despuntó en los 80's, siendo su música algo así cómo el punto de encuentro entre los combos sixties con gusto por la melodía, los Ramones de discos cómo "Pleasant Dreams" y la labor de formaciones cómo The Replacements o los Long Ryders.
"Wicked Mind", un single registrado para el fanzine Rock Indiana, fue la carta de presentación de la banda, amén de un aviso redondo de por dónde iban a ir los tiros de su cancionero posterior.
El tema homónimo, que de paso sea dicho es mi preferido de ellos, da el pistoletazo de salida: Una poderosa batería, un omnipresente órgano, una melodía hiperpegadiza y un acertadísimo uso de los coros son las señas de identidad de este pildorazo de R'n'R hipermelódico y perfectamente construido. "Feather Brain" sería, en un mundo idílico, con un mínimo de cordura, un verdadero top of the charts, toda una exhibición de estilo y poderío en poco más de dos minutos. Es en "No Turning Back" dónde más a las claras se aprecia la querencia del grupo por las estructuras épicas del Nuevo Rock Americano, sin renunciar por ello a sus señas de identidad más melódicas e inmediatas.
Desgraciadamente (y al igual que podríamos decir del 99% del fondo de catálogo nacional de Rock Indiana) el recuerdo que ha quedado de The Crepitos es algo así como de undergrounds del underground, siendo mencionados, casi sin excepción, cómo el grupo de juventud de Juancho Bummer, bajista de los Hard Rockeros -y también recomendables, aunque un escalón por debajo de éstos- Bummer y actual escudero de Paul Collins, sin profundizar en el hecho de que poseían un cancionero formidable, un cúmulo de influencias superior y los ingredientes de una fórmula que les permitió facturar una verdadera colección de potenciales hits. En fin, fuere como fuere, nunca es tarde para enfrentarse al poderío de The Crepitos.