miércoles, 22 de mayo de 2013

The Rolling Stones - "Some Girls"


 En el Londres del punk corría una historia de boca en boca. Al parecer, Jagger, en un presumible intento de adivinar que se cocía, había encaminado sus pasos hacia SEX, la boutique que en ese entonces regentaba Malcolm McLaren, cerebro en la sombra del grupo que había conseguido capitalizar lo que hasta hace unos pocos años era un género eminentemente norteamericano cómo el punk rock: Sex Pistols.  Pero, Mick, ay, nunca pudo divisar el interior del establecimiento: Johhny Rotten, o eso señalaba el relato, se había encargado de darle con la puerta en las narices.

 Resulta del todo irrelevante que la historia arriba expuesta sea cierta o, cómo parece más probable, una leyenda urbana. O al menos no es tan importante cómo la parte de verdad que revelaba, esto es: En el organigrama derivado tras la irrupción del punk, los grupos adscritos al nuevo (es un decir) sonido (llámalos Sex Pistols. O The Clash. O The Damned) pasaban a ocupar entre el público más joven lo que los mismos Rolling Stones habían encarnado allá por los 60's: El conjunto de desharrapados, callejero, con el que poder identificarse. Los stones de la segunda mitad de los 70's, au contraire, eran encuadrados bajo el término, entre la reverencia y el desprecio, de dinosaurios (Al igual que, verbigracia, Led Zeppelin). A fin de cuentas, no se trataba más que de un aviso: Tocaba subir los potenciómetros.

 Ignoro si "Some Girls" consiguió salvar la reputación de la banda frente a las huestes punk, y lo cierto es que no podría importarme menos, pero visto en retrospectiva se aprecian ciertos guiños, -ya sea en forma de detalles o de canciones- que los aproximaban, de una manera muy sui generis, eso sí, a los postulados del movimiento.

 La cubierta, por ejemplo, es un destello eminentemente punkie: Ya sea en su versión primigenea, cuajada de rostros de celebrities, o en la posterior, con la banda ubicando sus rostros entre pelucones baratos, se adivina la misma inclinación al collage, a la desmitificación a, en una palabra, lo irreverente.

 Pese a todo lo expuesto a modo de introducción, el album se destapaba con la que quizá sea la culminación de sus flirteos disco, "Miss You", y es que el disco tenía el corazón dividido entre el 100 Club y el Studio 54. Conducida por unos adictivos falsettos, así como una rotunda línea de bajo, el tema se revelaba cómo una pildora noctámbula y discotequera, cómo el single matador que en efecto fue.

 Cambio radical de tercio en "When The Whip Comes Down", primer disparo en clave rock and roll del redondo qué demuestra por dónde van a ir las cosas en ese sentido a lo largo del trabajo: Nada de sobreproducción, nada de secciones de viento, nada de arreglos estrambóticos. Sólo cinco tipos tocando, mostrándose en su versión más cruda. "Just My Imagination", por su parte, se descubre cómo uno de los highlights inesperados del redondo. Lo que había sido un hit en la voz de unos remozados Temptations a comienzos de la década, adquiere en manos del grupo una nueva cualidad, entre lo dramático y lo irónico, que borda uno de los mejores momentos del elepé.

 "Some Girls" , uno de los cortes más vacilones y mejor medidos del trabajo, aparentemente espoleado por ese ánimo punk que lo propulsaba, trajo hasta su dosis de controversia por culpa -o gracias, según se mire- a unos versos que el reverendo Jesse Jackson encontró especialmente desvergonzados (concretamente eso de "Black girls just want to get fucked all night", lo demás se ve que no le molestó demasiado). No faltan quienes apuntan a que en la canción no faltan las pullas a Bob Dylan, pudiendo descifrarse en alguna de sus líneas supuestas referencias a su accidentado divorcio ("I'll buy you a house in Zuma Beach/ And i give you half of what I own") Verdad o no, lo cierto es que hay momentos en que Jagger frasea cómo el mismísimo (¿O acaso no es puro Dylan la manera en que estira las vocales para decir eso de "some girls take my clothes"?) Controversias aparte, un corte de muchos quilates.

 "Lies", otro de esos números construidos a base de rock and roll exento de florituras, precede a "Far Away Eyes", o, lo que es lo mismo: El primer tema de mimbres country desde los tiempos de "Exile On Main St.". Lo que parecía un género desterrado en el recetario de la banda es el ingrediente principal del que se valen para dar forma a una canción que, de prototípica, roza lo caricaturesco.

 No cabe duda de que es "Respectable" el tema en que, tanto en el fondo como en la forma, más se acercan a los parámetros punk: riff embarullado, destellos á la Chuck Berry y unos versos de apertura que rezan algo como "Well now we're respected in society/we don't worry about the things we used to be/we're talking heroin with The President" no dan lugar a muchos equívocos. "Before They Make Me Run" es, quizá, el himno de todo lo que representa Keith en la banda, una verdadera declaración de intenciones comprimida en un tema de lo más adictivo: "And i will walk before they make me run", queda dicho. 

Cerrando la obra, dos de sus salvas más reconocibles:"Beast Of Burden", uno de los mejores temas del álbum y, porqué no decirlo, del cancionero de la banda: Ejercicio de pop de altura, aquilatado por uno de sus riffs más reconocibles, da paso a la clausura definitiva con "Shattered", chute intravenoso de rock and roll desquiciado y rebosante de sexualidad contenida, que pone punto y final al LP de la mejor manera posible.

Importante punto de inflexión el señalado por "Some Girls". Por un lado teníamos una rotunda vuelta a la inmediatez de la que había resultado una sobresaliente colección de canciones. La mejor avenida, quizá, desde los días de "Exile On Main St."; por otro, el último clásico objetivo del grupo: A partir de aquí vendrían obras aprovechables, buenas, menores, muy buenas, olvidables e incluso notables, pero nada comparable a lo anteriormente facturado o que pudiera catalogarse de imprescindible para introducirse en su vasto legado. No son pocos los que, llegados a este punto, optan por abandonar, discográficamente hablando, el barco stone. Sea como sea, el status de "Some Girls" permanece intacto, ya sea en calidad de clásico-básico -para los más optimistas- o de testamento sónico. El final de una era, que no de su hegemonía.

martes, 14 de mayo de 2013

The Rolling Stones - "Black And Blue"


  Pese a que comenzó a fraguarse a un escaso par de meses tras la edición de "It's Only Rock And Roll", lo cierto es que "Black And Blue" no llegaría a las tiendas hasta casi un año y medio más tarde. No hay duda de que la abrupta marcha de Mick Taylor trastocó la agenda del grupo, hasta el punto de que el proceso de gestación del presente elepé  tuvo bastante de casting para seleccionar un sustituto sobre la marcha.

 Se barajaron nombres cómo los de Jeff Beck, Rory Gallagher, Wayne Perkins, Harvey Mandel Ron Wood. Si bien hay que poner un especial énfasis en éstos tres últimos, ya que fueron los que aportaron sus guitarras durante la grabación del album, aunque al final, como todos sabemos, el puesto fue para Wood.

 Iniciado en uno de esos combos de r&b que afloraron en las islas a lo largo de la primera mitad de los 60's,  fogueado en un colorido conjunto mod y relegado al bajo por un excéntrico guitar hero para finalmente retomar las seis cuerdas en una de las formaciones de arena rock definitivas, Ron Wood, que se sabía nacido para ser stone, podía presumir de un abultado curriculum a bordo de The Birds, The Creation, Jeff Beck Group y, claro está, The Faces. No, no poseía la técnica desbordante de su predecesor, pero si una mayor capacidad de transmisión y, sobre todo, un mayor feeling con Keith a la hora de ensamblar sus guitarras (aboliendo por fin la frontera "rítmica-solista" de la que tanto renegaba Richards). Todo eso por no hablar de que su savoir faire escénico, su carisma, era con mucho mayor que la de Taylor.

 Aunque no era él sino Harvey Mandel (músico estadounidense, procedente de las filas de Canned Heat) el que se encargaba de las solistas en el disparo inicial, "Hot Stuff", corte de mimbres funkies que abre el redondo a medio gas, sin llegar a ser un mal tema, pero sobrándole minutaje, llegando a ser repetitivo.

 "Hand Of Fate" disipa, por fortuna, esas impresiones tan tibias: Potentísimo corte stoniano, acorazado por las magistrales guitarras de Keith Richards y Mandel y las teclas de Billy Preston, con un Jagger dejándose la garganta, nos recuerda, por si alguien pretendía olvidarlo, que estamos ante los tipos que no hacía ni un lustro andaban facturando obras del calibre de "Exile On Main St.", quienes, supervivientes de aquella explosión creativa, parecían seguir beneficiándose de su onda expansiva.

 Volvía el influjo jamaicano, nuevo ingrediente del sonido de la banda, en "Cherry Oh Baby" vivificante versión de Eric Donaldson conducida por el delicioso órgano de Nicky Hopkins y una sugerente línea de bajo. Cerrando la cara, una de esas baladas recurrentes en sus últimos trabajos, a medio camino entre lo acústico, las texturas disco y los zarpazos eléctricos. Hablamos de "Memory Motel", uno de los números mejor ajustados del largo. 

 "Hey Negrita" se encarga de abrir la segunda cara, a base de electricidad y estructuras cuasi caribeñas. Otro de esos cortes "inspirados por Ron Wood" (nada más y nada menos que aportó el riff principal) que, al igual que la apertura de la cara precedente, peca de hacerse algo monótona. 

 Más "inspiraciones" en "Melody", que por mucho que venga firmada por Jagger/Richards (con el consabido "inspired by...") está construida a partir de un tema de Billy Preston, "Do You Love Me?". Cargada de atmóferas de piano bar, con Jagger y Preston cruzando sus voces sobre un colchón de teclas, pasa por ser de lo más atípico, que no memorable, que ha grabado la banda. Asimismo, no faltan quienes indican que pudo apresurar el final de la relación del teclista con el grupo, al no haberse considerado remunerado en consecuencia por su aportación.

 "Fool To Cry" es, quizás, el momento más recordado del trabajo. Ha sido al menos el que ha gozado de más presencia en recopilatorios y compilaciones, amén de ser, junto con "Hot Stuff", uno de sus singles de presentación. Preciosista balada de basamento disco, con un Jagger cantando en un registro mucho más agudo de lo habitual (del que haría uso más adelante), posee una cualidad mágica y evocadora innegable.

 Clausurando el álbum nos encontramos con uno de los mejores momentos del mismo en clave de rock and roll, "Crazy Mama": Irresistible pildorazo rebosante de chulería, riff  marca de la casa y coros matadores. Uno -otro- de esos grandes temas stonianos olvidados.

 Ciertamente, no se puede decir mucho más acerca de "Black And Blue"  que lo ya expuesto: Un disco notable, sin más pretensión, al igual que su última entrega, que la de editar una buena colección de canciones surcadas por el influjo del reggae, el nuevo r&b, el funk y el disco. Ron Wood había llegado para quedarse y pasaría poco tiempo antes de que el grupo tuviese ocasión de demostrar, una vez más, su infinita capacidad de adaptación al contexto musical de cada época. Pero eso, cómo suele decirse, es otra historia.