Paradigma de entidad insobornable y por encima de tendencias, The Devil Dogs practicaban la clase de sonido que causaba furor entre los acólitos del sello underground Crypt Records, a saber: Querencia por lo vintage, gusto por los decibelios y la inmediatez por bandera. En sus anteriores y muy recomendables LP's ya habían dejado afianzada su fórmula, eminentemente heredera del sonido de su ciudad, desde la prehistoria pop del Brill Building (factoría compositiva detrás de algunos éxitos de, por ejemplo, The Ronettes) al Punk de los Ramones pasando por, cómo no, las glorias locales del proto-punk, formaciones como New York Dolls o The Dictators. Súmale a eso un innegable aura fifties vía Elvis y algunos ramalazos Surf/Doo Woop sesenteros á la Beach Boys y te podrás hacer, más o menos, una idea de cómo sonaban Fabulous Andy G y sus compinches, pasándolo todo, eso sí, por el turmix del Punk n' Roll más salido de madre.
Y es que para "Saturday Night Fever" la banda tuvo a bien afilar su sonido, subiéndolo de revoluciones y reduciéndolo en minutajes. Quizás la labor a los mandos del salvaje de Kurt Bloch (de The Fastbacks y productor de grupos como Supersuckers o Nashville Pussy) tuviese algo que ver en este endurecimiento. Cábalas aparte, la tripleta inicial "Big Fuckin' Party"/ "Dance With You Baby"/"Gonna Be My Girl" suena cómo poco menos que una andanada que, irremisiblemente y según como nos pille, puede ponernos las pilas para el resto del día o causarnos una terrible jaqueca. No se pierden en florituras los Dogs, facturando momentos completamente motorheadianos, hasta en los títulos - "I Don't Believe You", "Back In The City"- escupiendo salvas punkarras del calibre de "Stuck In 3rd Gear" o poniendo su corazoncito Rockabilly al servicio de la distorsión y el guitarreo más pasados de rosca, o lo que es lo mismo, "Alright!". Pero The Devil Dogs también tenían su poso poppie urbanita, y ahí es donde entran en juego "Backstage" -gloriosa- o esa adictiva "Sweet Like Wine" que suena a declaración callejera definitiva. Su "Be My Baby", vaya. Y hablando de The Ronettes, la tríada Spector resulta objeto de tributo mediante una conseguida relectura de "So Young". El otro ofrendado es el chico de Tupelo, del que se marcan un speedico "Burnin' Love".
The Devil Dogs demostraron, igual que tantos otros antes (y alguno después) que con un puñado de power chords, unos estribillos adictivos y la chulería para parar un tren que poseían, es perfectamente posible crear una obra magna de Rock And Roll. Y si no me crees prueba a colarte en esta gran fiesta que es "Saturday Night Fever" y me lo cuentas.
Totalmente pez con este grupo Tyla, no me sonaban ni de oídas, pero inmediatamente despues de leer tu entrada me fui a youtube y...guaaau!!! menuda versión del Burnin Love.
ResponderEliminarSaludos
Y no me extraña, Agente, estos tipos eran el underground del underground, unas raras avis.
ResponderEliminarRock On!
Pues yo sí los he escuchado, me encantó el Choad Blasta, éste no lo he oído, pero te haré caso Tayla.
ResponderEliminarBesos!!
Hey Alex!
ResponderEliminarEspero te mole esta fiebre del sabado noche, en Spotify está.
Rock On!
Aunque no he escuchado el disco, no podía dejar de comentar tu entrada. Como siempre, de altísimo nivel.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por los elogios, compañero.
ResponderEliminarRespecto a los Perros Demonio, creo serían de su interés: Suenan cómo si un grupo de Sun Records fuese banda residente del CBGB y se les pegase la mala vida del punk.
Rock On!
En sólo cinco años hicieron más que otros en 30 años. Absolutamente recomendables, y este disco superior a los LPs y 10 pulgadas anteriores, que se reunieron en un CD de 30 temas que anda por ahí, editado por Crypt: '30 Sizzling Slabs'. Al menos hace un año se encontraba en una conocida tienda de Barcelona. En esta línea, aunque algo menos brillantes, ecomiendo a los suecos Puffball
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